A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La madre de todas las batallas

No se puede tapar el sol con un dedo. El barco hace agua al unísono de un mutis que nos predice sálvese quien pueda. En aras de una austeridad que pasó de republicana a franciscana el gobierno federal se hace el harakiri. Se desmantela restando eficacia a sus funciones, a su capacidad de procesamiento, a su capacidad de respuesta. Se queda sin asesores pero también sin guardabosques y los incendios están a la orden del día. Sin empleo temporal, mientras el Sargazo devora el caribe. Sin policía federal con una guardia en substitución que no esta capacitada. Los deportistas sin becas y Ana Guevara, acepta no tiene ni para pagar la luz. Un largo etcétera.
Impotentes los funcionarios del gabinete federal han ido renunciando. Van once. No hay precedentes. La 4t es una rémora antropófaga. Los oficiosos no atinan más que acusar a los traidores neoliberales como Carlos Urzúa. Con mejor suerte corrieron los anteriores. Saltaron a tiempo. Germán Martínez soltó las riendas del IMSS y reabrazó su escaño en el senado. Pasó al Bat a Zoe Robledo. Josefa no soportó más. Se le venían encima las broncas con miles de despidos en el sector ambiental. El director del INM optó por la graciosa huida. Simón Levy el subsecretario de turismo le dejo el changarro a Miguel Torruco. Este último se sostiene a pesar de la cancelación del NAIM, el Consejo de Promoción y el programa de pueblos mágicos. Los destinos viven de la inercia. Todo por cumplir con los compromisos del presidente hechos a diestra y siniestra sin calcular de dónde.
Cuándo se le preguntó al candidato en campaña ¿cómo iba cumplir con todos sus compromisos? contestaba con una simple ecuación: eliminando la corrupción. De los 5 billones de pesos el diez por ciento equivaldría a 500 mil millones de pesos. De ahí la refinería de dos bocas y la rehabilitación de 6 refinerías, el aeropuerto en Santa Lucia, el Tren Maya y el corredor transísmico. Todos sin proyectos. Todos sin permisos diversos.
Las becas y apoyos a jóvenes, la duplicación del apoyo a los adultos mayores, las 100 universidades, el rescate de PEMEX, la distribución de todas las dependencias federales en el territorio federal y un sin fin de compromisos que habrá de hacer aunque destroce la economía del país. Pero, hay que decirlo, el tiene otros datos.
Los ajustes presupuestales golpean por todos lados. No quiere aumentar impuestos, lo ofreció en campaña y en eso se juega la popularidad. Las encuestas -incompresiblemente- lo siguen colocando con un alto grado de aceptación pero va en descenso. Apuesta a la guardia nacional y desparece la policía federal. Pronto veremos militares por todos lados. Sus modos son diferentes. A ver cómo nos va.
Todos los problemas son heredados, le dejaron un cochinero, sí, ya sabemos, pero la gente quiere resultados. Finalmente no logró callar ni censurar a sus críticos. No todos viven del chayote ni la dádiva gubernamental. Están dispuestos aguantar. Quiere aplacar a Calderón y lo termina publicitando. Ya no es dueño de esa mayoría que lo llevó al poder. Peña se la pasa bailoteando en las narices de todos y Lozoya huele a chivo expiatorio. La Corte resiste los embates, los amparos frenan los abusos. El INE también, se dobla pero resiste, defiende su autonomía. Van por todo pero se crearon tantos frentes que ya no pueden con ellos.
Ya vendrán las elecciones intermedias y ahí se medirá el rasero. Quienes dan por muertos a los viejos partidos políticos verán su resurrección. Y vienen otros nuevos. A la par Morena enfrenta sus propios demonios, el poder los corroe. La lucha intestina es abierta. Perderá la mayoría en las cámaras. Eso terminará con el poder absoluto. Eso pondrá freno a los dislates. Es la oportunidad o no fue. Será la madre de todas las batallas…

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