A Estribor/ Juan Carlos Cal y Mayor

La balada del Titanic

[dropcap]L[/dropcap]a renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaria de Hacienda es un signo ominoso para la economía del país. De todas las renuncias ésta es una posición clave en la que ronda la certidumbre del país. Gracias a un adecuado manejo de las finanzas y, sobretodo, a la autonomía del Banco de México se sostiene la paridad del peso frente al dólar, razón por la que el presidente presume que vamos «requetebién». Se para el cuello con sombrero ajeno. Ese candado legal e institucional ya existía contra eventuales abusos de un gasto deficitario manteniendo la fortaleza de nuestra moneda y controlando la inflación. De nada sirve por cierto, si no hay dinero para gastar y si además el desempleo es rampante y se ha agudizado derivado del freno en el gasto público para inversiones productivas a cambio de generalizar el dispendio en apoyos económicos directos, como si las arcas públicas fueran un barril sin fondo.
En efecto, la política de austeridad y los caprichos gubernamentales han rayado en el exceso. Sepultar 100 mdp en el NAICM es una irresponsabilidad y un daño patrimonial. Urzúa se opuso. Pagar un millón de pesos mensuales por tener parado el avión presidencial y pretender venderlo cuando se compró mediante un arrendamiento financiero que se sigue pagando es también un despropósito. El ahorro por el despido de miles de trabajadores en el gobierno federal es otra falacia que más temprano que tarde le representará problemas al gobierno restando su eficacia y funcionalidad. Más demagogia no se puede. Pero la oclocracia festeja las ocurrencias, imbuida en un espíritu de revanchismo contra «los que saquearon al país». No alcanzan a presentir que se socava la economía del país.
Al señor le encanta repartir cheques, regalar dinero que no es suyo, y claro que a cambio recibe muestras de afecto convertido en Santa Claus que recorre con su trineo todos los rincones del país. A quién le dan pan que llore. Al tiempo se cancelan inversiones productivas en el sector energético y se revisan contratos como el del gasoducto Tuxpan – Texas, ya concluido, mientras la península de Yucatán se va acostumbrando a múltiples apagones. Se pone en riesgo la relación bilateral con Canadá a unos días de que se firme el T-MEC. Marcelo siembra arbolitos en El Salvador para detonar el empleo que evite la migración. Una mentira contumaz. 30 mdd y otros 100 para Honduras, cómo no.
Contra toda lógica, anuncia la licitación de Dos Bocas y las «mejores» compañías del mundo le dicen que no se puede pero el saca la pala y pone manos a la obra. Pemex hará la inversión a pesar de que su plan de negocios, no convenció a las calificadoras de riesgo que le bajaron la calificación. Ignora las vicisitudes legales para ejecutar el proyecto del tren maya. A fuerzas quiere llegar hasta su rancho en Palenque como si ahí viviera su Juana Cata. Tan sólo el tramo por Calakmul afectaría 350 km de la reserva natural en la que además se aposentaron los mayas con más de 2 mil sitios arqueológicos ya identificados por el INA. Todo se complica, la inversión tampoco es rentable. Palenque cuenta con un aeropuerto que no pasa de 18 mil pasajeros al año. Por carretera, de Palenque a Escárcega y de ahí Chetumal, todo es inhóspito. No hay paradores turísticos, con trabajo gasolineras y salvo los más intrépidos, la movilidad turística es nula.
Quiere organizar un redondeo para rescatar Pemex. El plan es inviable financieramente. Pero el pueblo va a regalar sus gallinas como cuando la expropiación petrolera. Sus proyectos más emblemáticos corren el riesgo de convertirse en elefantes blancos y a cambio provocar un socavón irreparable en las finanzas públicas.
El hundimiento del famoso Titanic se debió a una confusión en los controles de mando. Una desviación en el curso que provocó el choque contra un iceberg. Pero el dueño del barco fue al puesto de mando y convenció al Srio. Arturo Herrera, perdón, el capitán del Titanic, que siguiese navegando en lugar de frenarlo en la falsa creencia de que el buque era insumergible. Seguro le dijo: «tu síguele, vamos requetebién». Mientras los pasajeros dormían o bailaban sin advertir que el hundimiento era inminente. La leyenda cuenta que los músicos del Titanic no pararon de tocar a pesar de la emergencia. Interpretaban la pieza «Cerca de ti, Señor» (Nearer my God to thee), algo así como «Es un honor estar con Obrador».

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *