A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Tiempo de corregir

Tuvo que ser necesario que tocáramos fondo con un taza de crecimiento de 0.0% para que el presidente reaccionara y rectificara sobre su postura respecto de económica la situación del país. La parálisis se refleja en una notable disminución del empleo, el aumento de la inseguridad y la falta de inversión tanto del sector empresarial como del gobierno en materia de infraestructura.
Parece que la prioridad de presidente era cumplir en primer lugar con sus compromisos de campaña lo cual representó un importante desembolso de recursos que no dinamizaron precisamente la economía. La alerta vino con la renuncia de Carlos Urzua porque la financiación de esos compromisos significó recortes presupuestales en diversos rubros que provocaron reacciones en los sectores afectados. No tenemos un superávit financiero como para desplegar todos esos apoyos y aunado a ellos arrancar proyectos multimillonarios como la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto de Santa Lucia o el Tren Maya.
Por lo pronto lo que ya iniciaron las obras de la refinería en Tabasco mientras que Santa Lucia enfrenta una cascada de amparos que tienen suspendido el arranque de la obra. El gobierno no las trae todas consigo porque a diferencia del NAIM más allá de la manifestación de impacto ambiental, no se cuenta con los avales internacionales como el de la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional) o MITRE, un organismo internacional experto en seguridad aérea cuyo aval es necesario para los criterios de operación de las compañías aéreas internacionales.
Sin ese aval de poco sirve construir un aeropuerto que muchas compañías no utilizarían. Tampoco es del todo factible operar el aeropuerto de Toluca. Su altitud (2,580 mts) genera una mayor presión atmosférica e implica un mayor gasto de combustible y esfuerzo de los equipos a la hora de despegar con sus respectivos riesgos. Según los expertos el aterrizaje y despegue son siempre puntos críticos en una operación aérea.
Por eso es que retorna el optimismo en la posibilidad concluir el aeropuerto en Texcoco. Soy de los que cree que es un proyecto que tarde o temprano debe concluirse, ya sea en este o en el próximo sexenio. Al menos eso dejó entrever el empresario Carlos Slim ante pregunta expresa en la mañanera junto al presidente.
También resulta relevante que se haya destrabado el acuerdo respeto de los gasoductos que es lo que consistió el reciente anuncio presidencial. Más allá de eso es de destacar el acercamiento del presidente a los empresarios más poderosos del país. Primero se tomó la foto con Carlos Hank González dueño de Banorte, un poco antes con los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial y finalmente con el emblemático Carlos Slim.
El mensaje que se manda es importante. El presidente busca generar y recuperar la confianza en el sector empresarial que más allá de las fotos no ha desenfundado la cartera para gastar en el país. Gustavo de Hoyos, el presidente de Coparmex, mantiene una postura abiertamente crítica y junto al empresario Claudio X. González son los villanos favoritos de los seguidores de la 4t.
La gran pregunta que hay que hacerse es si, más allá de la retórica inquisidora, el presidente va dejar atrás ese discurso polarizante que lo caracteriza. Ya había dicho que dejaría de culpar al pasado de los actuales problemas y que tocaba al gobierno actual asumir la responsabilidad. Pero el discurso duró lo que un suspiro. Al día siguiente enderezó sus baterías contra Felipe Calderón al que más que perjudicarlo pareciera estar promoviendo ya que, a la falta de liderazgos opositores, hoy se aprecia como la cabeza visible de la inconformidad contra su gobierno.
La desconfianza de los inversionistas radica precisamente en esas señales confusas que lo caracterizan. Así como dice una cosa dice otra. Para mi que López Obrador esta desperdiciando una oportunidad de oro. Las grandes trasformaciones como a la que aspira requieren de un estadista que se coloque más allá de partidos y divisiones. En sus manos está lograrlo…

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