A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

El coronel no tiene quien le escriba

Trascendió que la empresa Kimberly Clark, de la cual es propietario Claudio X. González, ajustaría su programa de inversión en tanto que existe un clima de incertidumbre a nivel nacional como internacional. No tuvo como propósito asestar un golpe al gobierno por sus políticas económicas. La información se filtró. Ahora se llama a un boicot a todas las marcas de esa empresa. Es forma selectiva de represión. Lo cierto es que la misma situación prevalece y permea no solo a nivel de las grandes empresas, sino incluso en las pequeñas y medianas de todo el país. Por ello se vive una desaceleración económica que se agudiza en los estados con mayores índices de pobreza como es el caso de Chiapas.
Gustavo de Hoyos, el dirigente de la Coparmex, es uno de los empresarios sindicados y estigmatizados como adversarios del gobierno. Esta claro que la Coparmex no es un partido político ni tiene filiación con ninguno puesto que sus socios en el país representan una diversidad que encuentra en libre empresa su razón de ser.
La disrupción con el nuevo gobierno comenzó con la enfermiza postura de cancelar la conclusión del NAIM en Texcoco. En vano durante la campaña y por intermediación de Alfonso Romo, la Coparmex le solicitó al presidente reconsiderar su postura y permitir que la iniciativa privada concluyera la inversión con sus propios recursos y a lo cual se comprometió. Hay testimonio de ello en video.
El punto de quiebre sobrevino cuando el presidente optó por realizar una consulta sin sustento legal ni rigor metodológico y en la que claramente mantuvo su parcialidad llamando a sus millones de electores a oponerse. Romo tuvo que tragarse la palabra empeñada con los empresarios y ahí comenzó la desconfianza. 100 mmdp se tiraron a la basura.
Por su parte el empresario Claudio X. González quien de tiempo atrás a esta administración había fundado «Mexicanos Primero» y «Mexicanos Contra la Corrupción», optó por recurrir a la figura del amparo por lo que consideraba un derroche innecesario de recursos públicos. La ocurrencia de optar por la base aérea de Santa Lucía contra el más elemental sentido común, fue frenada por la suspensión otorgada por un juez de distrito. El argumento era y sigue siendo solido. No existía la Manifestación de Impacto Ambiental. Tampoco se conoce hasta ahora el proyecto ejecutivo, ni se han sorteado objeciones legales como la consulta a los pueblos originarios. Peor aún, los organismos internacionales de aeronáutica civil como lo son MITRE, la OACI y el IATA no han otorgado su aval y la posterior certificación que para temas de seguridad y viabilidad requieren las aerolíneas internacionales.
La suerte está echada. El me canso ganso, se volvió la consigna caprichosa que encontró el vericueto legal para construir ahora un aeropuerto civil y militar que, por razones de seguridad nacional, se puede hacer sin pedirle consentimiento a nadie. Por eso y otras muchas razones, un sector del empresariado no quiere invertir en el país. Aunque Slim aparezca como el bombero del presidente y Consejo Coordinador Empresarial se cuadre a sus caprichos, es evidente que se trata de una simulación. No van a invertir. El revés a la reforma energética, el intento de gravar las ganancias, el terrorismo fiscal que se avecina, no estimulan en nada la inversión privada.

Por si fuera poco, el gobierno ha frenado el gasto público con un déficit que supera los 240 mmdp. Quiere y puede utilizar ese subejercicio para financiar los proyectos insignia del presidente, además de apuntalar el gasto público en programas asistencialistas que tampoco alientan la inversión ni generan empleo. Tampoco se invierte en infraestructura. Los indicadores económicos de la propia Secretaria de Hacienda y el Banco de México apuntan a un nulo crecimiento de la economía.
Se ha acusado, no sin razón, el que la avaricia empresarial los ha mantenido de siempre alineados al poder en turno. Ahora que al menos estos dos empresarios se han aventado con arrojo a la arena política se les quiere intimidar. Así empezó Hugo Chávez en Venezuela. Los capitales y más los trasnacionales no tiene patria y buscan siempre la rentabilidad porque está en su naturaleza. No son damas de la caridad. Empresas mexicanas tienen presencia en muchos países. Si no hay condiciones ahora, guardaran sus alforjas para mejores tiempos. El que pierde es el gobierno porque el desempleo va al alza. El aumento de la pobreza tarde o temprano le cobrara la factura a quienes hoy la provocan. No solo de atole vive el hombre…

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