A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La Consulta

El sábado pasado acudí al parque de la marimba en compañía de mi hijo mayor para votar en la consulta sobre el NAIM (o los aeropuertos). Estoy cierto en que muchos no están de acuerdo y consideran que la consulta es ilegal pues no tiene las características de transparencia y organización a lo que nos han acostumbrado en los procesos electorales. Como todos sabemos, dichos procesos se van basan en un principio de desconfianza en una cultura donde muchos años prevalecieron prácticas –que aún subsisten- y que procuran inhibir a través de mecanismos y hasta sanciones penales. Existe un listado nominal, para que no voten los muertos o para que los vivos no se pasen de vivos pretendiendo votar más de una vez. Una tinta indeleble para el pulgar, boletas foliadas y representantes de todos los partidos que al final de una jornada realizan el computo de los votos, quedando constancia en acta firmada por todos los funcionarios y representantes. Estos resultados se contabilizan a través de un programa que arroja los resultados preliminares que exhibe tendencias que por lo regular son irreversibles y el cómputo final para los resultados muy cerrados se conoce unos días después. Aún en estos casos existen tribunales para impugnar los resultados presentando evidencias para anular o modificar boletas y en ocasiones las propias elecciones.
Por supuesto que para el caso de esta consulta no existe todas esas reglas por lo que se trata de un ejercicio bastante sui generis que algunos consideran cuando menos al margen de la ley. Se supone que las consultas están reguladas por el marco electoral vigente para dar certeza y legalidad a sus resultados. El inconveniente es que estos deben empatar con procesos electorales federales lo cual condiciona la temporalidad para la toma de decisiones como en este caso.
Desde que resultó electo López Obrador, yo como muchos electores, decidí dejar atrás las discusiones como las que polarizaron al país en grado superlativo y asumir que tenemos un presidente electo que lo es de todos los mexicanos y no sólo de los que votaron por él. Además se trata de ser congruentes con el llamado a la reconciliación y fortalecer la unidad que el país necesita para salir adelante. Debemos corresponder a la buena fe con qué futuro Presidente quiere actuar.
Dentro de sus compromisos de campaña López Obrador ofreció cancelar la construcción del aeropuerto porque sus asesores cercanos en esta materia como el ingeniero Rioboó y Jiménez Sprieu lo convencieron de que las licitaciones estaban amañadas y que aeropuerto no debía ser construido en el lugar que ocupa actualmente más por razones de presuntos hundimientos, que los hay de hecho en actual aeropuerto que opera desde hace 70 años, lo cual requiere cierto mantenimiento pero no impide su operación para las próximas décadas. Mucho se ha hablado al respecto desde que el entonces candidato López Obrador puso el tema en la discusión política. No era un tema toral de la campaña porque lo que motivó a los electores fue acabar con la corrupción, la desigualad social y despojar de privilegios –y de paso del poder- a la clase política gobernante.
A las preguntas capciosas durante la campaña López Obrador fijo su postura diciendo que consultaría al pueblo. En términos teóricos se trata de impulsar la democracia directa y no dejar que decisiones políticas complejas se tomen desde el poder. Contrasta el hecho de que las grandes inversiones que se proponen como el Tren Maya, las refinerías o la descentralización del gobierno federal no sean también sujetos de consulta.
Se supone que hoy se conocerán los resultados tras varios días de consulta. Desafortunadamente no todos los líderes de morena y futuros funcionarios fueron imparciales. El ingeniero Jiménez Sprieu, futuro secretario de Comunicaciones y Transportes no supo guardar ni las formas y terminó siendo un defensor oficioso de la idea de que cancelaren Texcoco y optar por Santa Lucía –su propuesta original- y ahora hasta por rehabilitar Toluca y el actual aeropuerto a pesar de que no existen ni siquiera proyectos ni estudios para pensar en la factibilidad de esta opción. Para el propio Andrés Manuel que gane Texcoco podría ser un revés aun si sus seguidores votan por Santa Lucia. Lo peor que podría pasar es que se partidice y se convierta en un refrendo organizado por Morena para que gane la postura original del ahora presidente electo.
A pesar de sus inconsistencias y deficiencias, creo que la consulta es un ejercicio sincero y de buena fe. Si nos queda algo de sentido común como país, debe ganar la opción más viable en todos los sentidos que es Texcoco. Si de lo que se trata es avalar una decisión que va afectar, no el aeropuerto, sino el futuro económico entonces la consulta habrá fracasado. No como ejercicio sino por sus resultados. Así pasó con el Bréxit en la Gran Bretaña y ahora no saben cómo salir del atolladero.
La gran pregunta es que si gana Texcoco ¿lo aceptaran los macheteros de Atenco? Hace 20 años se frustró el primer intento de tener un aeropuerto por los mismos actores. Y si –Dios no lo quiera- hay un accidente fatal por la sobresaturación del actual y el retraso de la solución a lo que ya es un problema ¿Quién va a ser el responsable? Ojalá que pase lo mejor para el país y el presidente tome la decisión más correcta. Ojalá que gane Texcoco.

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