A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Mayoriteos

Si le queremos creer al presidente López Obrador, habrá que pensar se respetará la división de poderes. Ha señalado que no impondrá decisiones a los legisladores de su partido, que estos estarán en la libertad de proponer sus propias iniciativas -como el tema de las comisiones bancarias- además de discutir y en su caso modificar con libertad, sus propias iniciativas.
En contraste con esos propósitos basta observar cómo han venido procesando las iniciativas de ley y las votaciones en la cámara de diputados y senadores. Una cosa es tener el respaldo de 32 millones de votantes, y otra el mal entendido derecho mayoritario de imponer, sin discusión, cuanta iniciativa se procesa en ambas cámaras. Los partidos de oposición han tratado de acotar, precisar o incluso mejorar las propuestas de ley que pasan al pleno, pero como si les corriera prisa, no aceptan siquiera se discutan y proceden a votar a mano alzada. Y eso que todavía no son iniciativas provenientes del ejecutivo. La oposición tampoco ha votado sistemáticamente en contra. Lo deseable sería que al menos se intentara consensuar las iniciativas, se aceptaran propuestas de modificación y se construyeran acuerdos políticos para asumir corresponsabilidades en el proceso legislativo. Construir desde la pluralidad.

Tatiana Clouthier

Hay que observar en las próximas semanas y meses el comportamiento de la diputada Tatiana Clouthier. Lejos de comportarse como la mayoría de los diputados compañeros de bancada, ha pintado su raya y dice que como diputada no será una levanta dedos más. No cabe duda que Tatiana jugó un papel fundamental durante la campaña. No sólo representa la mítica figura de su padre, sino además resultó toda una revelación en los programas de debates. Se presuponía entonces que jugaría un papel relevante en el próximo gobierno y al parecer la oferta de ser subsecretaria de gobernación no cumplió con sus expectativas. Decidió entonces no aceptar esa propuesta y seguir como diputada federal.
Que no sorprenda entonces su futuro comportamiento. No ser levanta dedos puede implicarle ciertas diferencias para quienes actúan como si fueran parte del partido comunista Chino o la Asamblea Nacional en Cuba. Tatiana tiene carácter y se ha ganado un peso específico en la opinión pública. Ojalá así pensara más de uno.

Rebelión en Jalisco

El gobernador de Jalisco Enrique Alfaro, sin filiación partidista, ha levantado la voz y manifestado su preocupación respecto del manejo que se quiere dar al tema de la seguridad pública y sobre todo al tema del presupuesto federal. A su parecer la planeación presupuestaria para el 2019 rompe con el federalismo y está dejando de lado iniciativas de los poderes locales legítimamente electos. Al priorizar los compromisos de campaña del presidente electo, es posible que se queden en el escritorio muchos proyectos que responden a las necesidades en el ámbito local.
Se debe tomar en cuenta que el gobernador de Jalisco, a pesar de la marea lopezobradorista, logró un triunfo histórico al imponerse virtualmente como un candidato ciudadano cobijado bajo una alianza de partidos de los cuales ya se separó. Por otra parte, se debe considerar que Jalisco es uno de los estados cuyo desarrollo económico le permite aportar mayores recursos vía recaudación a la federación.

Seguridad

En el tema de seguridad que ocupa y preocupa en primerísimo lugar a los gobernadores, no se puede reducir el papel de los gobernadores al de simples espectadores sin ninguna injerencia de mando; menos aún en el caso de los llamados «superdelegados» cuyos funciones y responsabilidades en el ejercicio del presupuesto federal que manejan las distintas dependencias, podrían restar autoridad los ejecutivos estatales. No sería aceptable que estos superdelegados desvirtúen sus funciones con miras hacia un provecho electoral propio. Es más deberían renunciar a ello si de lo que trata es que el ejecutivo federal tenga un mayor control de lo que pasa en los estados. Al fin de cuentas esta omnipresencia representa al gobierno federal. En la práctica se ha dado el caso de que los delegados federales se ponen literalmente a las órdenes de los gobernadores, que ejercen de facto una potestad sobre muchos de los programas sociales. Se trata entonces de buscar el justo medio. Coordinar los esfuerzos de las dependencias y darle su lugar también al ejecutivo estatal. Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre…

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