A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La honrada medianía

Fue Don Benito Juárez quien hizo famosa la frase: «Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala»
Esto viene a colación por la determinación de modificar la ley de remuneraciones de los servidores públicos para que ningún funcionario gane más que el Presidente de la República que, dicho sea de paso, también fue reducido a 108 mil pesos mensuales. Eso, además de los seguros de gastos médicos, afecta las prestaciones y derechos laborales adquiridos por funcionarios de todos los niveles del gobierno federal, incluyendo a los jueces y magistrados del Poder Judicial. La mayoría morenista hizo lo propio en el poder legislativo que, independientemente a lo que señala la ley, redujo considerablemente sus gastos y recortó personal.
La propuesta se basa en un sofisma y una distorsión respecto de lo que debe ser el servicio público. No puede haber un gobierno rico con un pueblo pobre y que ganen menos los de arriba para que ganen más los de abajo. Por supuesto que la iniciativa permea entre muchos sectores sociales en donde la mayoría cree, a pie puntillas, que además de tener buenos sueldos, los funcionarios, jueces o diputados, son corruptos. Endulza los oídos de quienes canalizan sus descontentos o resentimientos en esta especie de castigo que ha manera de purga pretende sanear las instituciones públicas.
Los escándalos mediáticos del mal desempeño de algunos hacen que se juzgue con el mismo rasero a todos los funcionarios y paguen justos pecadores. Hoy sale a relucir que hay jueces o magistrados que contratan a parientes, pero lo que no se dice es que su actuar puede estar sujeto a sanciones incluso inhabilitaciones a través del Consejo de la Judicatura, lo que de hecho, sucede. La ignorancia –o el caso omiso- de la ley no exime de su cumplimiento.
Vivimos en un país donde ahora la visión es que un servidor público debería tener un sueldo que en contraste con otras actividades en el sector privado resulte irrisorio. Por citar unos ejemplos: En México los pilotos de aviones pueden llegar a ganar hasta 200 mil mensuales en vuelos internacionales, mientras que los pilotos experimentados limitados a viajes domésticos pueden ganar 140 mil pesos mexicanos al mes. Un jugador de futbol de primera división gana unos 200 mil pesos y puede ganar millones de pesos según su calidad. El técnico de la selección nacional gana unos dos millones de pesos al mes. Un ingeniero industrial de la industria metalmecánica gana en promedio 140 mil pesos al mes. Un director de finanzas o seguros gana en promedio 80 mil pesos mensuales al igual que un consultor de ventas. Un director de construcción hasta 120 mil pesos mensuales y así como los citados muchos empleos bien remunerados. Muchos cantantes populares pueden llegar a cobrar de un millón para arriba. Pero todo eso no importa en este país.

Sueldos de jueces
En Estados Unidos tienen un salario reportado en 2009 por el presidente de la Corte Suprema de US$223.500. Los jueces asociados recibieron US$213.900, de acuerdo con Federal Judiciary Center. Unos 450 mil pesos mexicanos mensuales. En España el presidente del Tribunal Supremo y los magistrados oscilan entre $3,030,256.86 y $2,489,407.74 de pesos mexicanos. En Argentina los jueces de la suprema corte ganan un promedio de 340,000 pesos argentinos mensualmente, equivalentes a 182,670 pesos mexicanos. Y en Colombia un magistrado de la alta corte gana alrededor de 32″542,000 pesos colombianos mensualmente (dato de 2017), equivalentes a 206,416 pesos mexicanos. En México los sueldos de los 7 ministros de la corte son de 269 mil pesos mensuales. Existen además otras variables a considerar como son el número de casos que resuelven y la población a la que atienden.

Ni tanto que queme al santo
Bajo esta lógica y aunque para algunos resulte oneroso, es aparatosa una reducción de sueldos tan drástica como propone el Presidente de la República. Sobre si su sueldo ingresa íntegro a sus bolsillos porque todos sus gastos corren a cargo del erario público. Hay que reconocer que la manera en que AMLO realiza sus giras en comparación con los presidentes anteriores, en el avión presidencial con todo y el aparatoso estado mayor presidencial así como su equipo de colaboradores y prensa dista mucho de ser ostentoso.
En todo caso los ministros en pleno uso de su autonomía y con voluntarismo podrían o no proponer un descuento a sus ingresos. Sobre todo se justifica y equipara con lo que ganan los jueces y magistrados en otros países. Una gran mayoría se ha formado y especializado en la carrera judicial y ha ascendido por sus propios méritos. Lo que resulta inaceptable es que so pretexto de sus onerosos sueldos se atente y amenace al poder judicial poniendo en riesgo el equilibrio y los contrapesos del poder necesarios en toda democracia.
Lo dijo bien el benemérito Juárez, quien por cierto ganaba bastante bien como presidente de la Corte; la honrada medianía no debe interpretarse como un sueldo simbólico o ejercer el servicio público como un acto de filantropía. No podemos irnos de un extremo a otro y caer en la simulación de los Tupperware (práctica que consiste en llevar comida en recipientes plásticos para no gastar en restaurantes -llevada a cabo por diputados federales y senadores-). Necesitamos a profesionales del derecho. La impartición de justicia no es cosa menor, en ello se sustenta la paz y la convivencia social.

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