A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La batalla contra el huachicol

Si al final de cuentas el Presidente logra dar un golpe certero y letal a las mafias del robo de combustibles y logran mantener a raya a los ladrones; habrá ganado una batalla muy importante para reafirmar la confianza entre los ciudadanos. Cuando decimos «batalla» nos referimos a que esto es sólo el comienzo de una purga con daños colaterales y donde se avizora apenas la punta de un iceberg de colosal magnitud.
A pesar del desabasto que se ha generado en unos 10 estados de la república, y la consecuente molestia de miles de afectados en su vida cotidiana, lo cual incluye pérdidas económicas; todo indica que al final de cuentas hay un amplio respaldo a la determinación de López Obrador para combatir este robo a la nación. Al menos eso señalan las encuestas de opinión, entre ellos los fifís del Reforma, donde se concluye que un 73% de los encuestados apoya estas medidas. De hecho todos los mexicanos deberíamos estar de acuerdo con ello, sin embargo el descontento se ha reflejado en la implementación de las medidas. Se piensa que faltó estrategia y no se tomaron las previsiones necesarias para evitar el desabasto.
Lo que finalmente cuenta para efectos prácticos son los resultados. Aunque las cifras no son del todo precisas, se habla conservadoramente de 30 mil millones de pesos y, según afirma el presidente, podría ser de hasta 65 mil millones. Es muchísimo dinero y eso no se puede guardar debajo del colchón. Independientemente de que se ha popularizado en el robo en algunos estados, las multimillonarias cifras nos hablan de delincuencia organizada, delincuentes de cuello blanco y funcionarios involucrados, ya sean partícipes u omisos. Es imposible que las unidades de inteligencia financiera de Hacienda o la PGR desconozcan la danza de ¡miles de millones de pesos!, cuando andan hostigando a ciudadanos comunes por cantidades infinitamente ridículas.
De modo que si se quiere llegar al fondo del asunto, habrá que desmantelar todo el tinglado. Ojalá, como dice el presidente, caigan los huachicoleros de abajo pero sobre todo los huachicoleros de arriba. Los menos que debe suceder no sólo son órdenes de aprehensión, sino el congelamiento de cuentas y aseguramiento de bienes para resarcir el daño patrimonial. Ahí observaremos hasta dónde llegan las capacidades en la procuración de justicia. Será un buen comienzo para sanear a Pemex y devolverle la viabilidad financiera que permita, si es lo que se quiere, reactivar las refinerías y así disminuir la dependencia y las compras al exterior.
Si la solución no es cosmética, el presidente habrá dado un paso firme para reafirmar su liderazgo porque legitimidad ya la tiene. No se trata de cumplirle a los 30 millones que votaron por él, sino a todos los mexicanos que deseamos un país mejor.
El nuevo gobierno tendrá que ir aprendiendo a mejorar el manejo de crisis. En lo sucesivo tratar de evitar medidas contraproducentes y tener un manejo de información para que no se desaten guerras intestinas en las redes sociales que en nada abonan a la concordia. El encono y la descalificación no nos llevarán a ningún lado. Se trata de aprender a tolerar la crítica y coexistir con ella. Siempre permite rectificar y mejorar en el ejercicio del gobierno. No se puede exigir una fe ciega. La confianza se gana con resultados.

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