A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Por la libre

Felipe Calderón y Margarita Zavala están en todo su derecho de constituir un partido político. Lo garantiza la constitución y las leyes electorales de nuestro país. Es la única manera legal y civilizada para poder ejercer sus derechos políticos y nada, ni nadie, puede conculcar dichos derechos. Lo digo por la iniciativa de utilizar la plataforma de change.org para pedir, ni más ni menos, que disque «cancelar» ese partido político, esfuerzo infructuoso que solo sirve de desahogo inveterado. Presumen 300 mil firmas de personas que creen, obtusamente, pueden proscribir derechos legales por aclamación. No señores y señoras, están en todo su derecho de no simpatizar con el expresidente y su esposa, pero este no es el reino de Herodes, ni el concurso de La Voz México.
A esto hay que sumar las críticas y las descalificaciones desde la cúspide del poder. Parece que la reacción es inversamente proporcional al temor que provoca el activismo político del expresidente. Lo cierto es que a pesar de una campaña sistemática de descalificación, mantiene firmes sus activos en diversos sondeos de opinión. De los últimos 3 expresidentes es el que más acumula simpatías y parte de ello se reflejó en los sondeos que posicionaban también a Margarita Zavala quien brilló con luz propia a pesar que le endilgaban los supuestos, ficticios o reales, yerros del expresidente.
Paralelo a ello, sucede un relevo fallido en la dirigencia nacional donde pierde Gómez Morín, lo cual provoca la renuncia definitiva de Felipe Calderón al Partido Acción Nacional. Tampoco se crea que dentro del PAN Felipe es Santo de una devoción. El poder desgasta y fragmenta. Genera grupos de poder al interior de los partidos. La salida de Margarita Zavala y su candidatura independiente significaron una primera gran escisión.
El PAN fue pagano del desgaste del establishment y las fuerzas políticas del país, incluyendo al PRI y el PRD. Y también del deterioro que le provocó el autoencumbramiento de Anaya que desde la dirigencia del partido construyó un andamiaje para imponerse –como juez y parte- ante sus compañeros de partido. A eso hay que considerar la también fallida alianza con el PRD y Movimiento Ciudadano carente de un sustento común ideológico y una propuesta programática convincente. El hecho es que se impuso un mero pragmatismo y prueba de ello es que esa alianza no sobrevivió a la derrota y se desintegró después de la elección. Si era una alianza para gobernar, también debió servir para constituir una oposición cohesionada y eso no sucedió. Pasada la elección se rompió la taza y cada quien se fue a su casa.
Como es natural en todo gobierno, sobre todo cuando genera grandes expectativas que luego se topan con la realidad y hasta el infortunio, hay un desgaste siempre en el ejercicio del poder. Eso genera un aliciente para las elecciones intermedias donde se puede capitalizar o consolidar en votos útiles el descontento. A simple vista el PAN puede ser ese partido político. El problema es que persisten las mismas prácticas al interior. Un reflejo de ello fue la renovación de la dirigencia estatal en Chiapas. La indiferencia del Comité Nacional provocó la salida de Paco Rojas y el descontento de quienes queremos un partido más cercano a la sociedad. Su misión se ha reducido a ser una franquicia electoral donde una diminuta militancia mantiene secuestrada la institución. No es el caso tal vez de otros estados donde el PAN es fuerte y vigoroso.
De todas maneras la construcción de una alternativa en el partido denominado LIBRE puede provocar un desfondamiento del PAN como le sucedió al PRD con la creación de Morena. Los postulados del nuevo partido son esencialmente humanistas y no será difícil para quienes sienten afinidad ideológica y doctrinal por el PAN migrar al nuevo partido sin chocar con sus propios principios e ideales. Así como Álvaro Uribe el expresidente de Colombia, Felipe puede ser el motor para impulsar nuevos liderazgos. Lejos está LIBRE de actuar en torno a un caudillo como eje gravitacional. Distinto sucede en el partido gobernante que gira en torno al epicentro que representa la omnipresencia y carisma de un solo liderazgo.
Si el partido LIBRE se mimetiza con la ciudadanía y se abre a nuevos liderazgos mediante la construcción del civismo, tiene todo para crecer y consolidarse, En una de esas, impulsar una candidatura sólida por la próxima presidencia de la república. Todo a su tiempo…

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