A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Las heridas abiertas de un pasado incierto (3ra parte)

Salvo por algunas excepciones de políticos de izquierda que se manifestaron a favor del «perdón» por la conquista hacía los llamados pueblos originarios, en general la clase política española se expresó en abierto rechazo a la misiva del gobierno mexicano. Los partidos políticos españoles, en pleno ambiente preelectoral –rumbo a los comicios del 28 de abril— llevaron a ese terreno sus respuestas, en especial el PP, Ciudadanos y Vox por lo que consideraron «una afrenta para España».
La postura del presidente español Pedro Sánchez fue de firme rechazo: «La llegada, hace quinientos años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas, no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas» y tiene razón. No se puede hablar de violaciones de los derechos humanos ni instaurar una «Comisión de la verdad histórica» puesto que la Carta Universal de las Naciones Unidas es posterior a la segunda guerra mundial.
Entre los siglos XVI y XVIII la historia de la humanidad esta plagada de incursiones militares expansionistas que prefiguraron las actuales naciones que alcanzaron su independencia en los últimos dos siglos. Austria, Polonia y Francia fueron invadidas por Hitler. La desarticulación de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas creo nuevas naciones independientes en Europa del Este, hoy integradas a la Unión Europea.
En España los historiadores contemporáneos reúnen esfuerzos para desmitificar la inquina propagandística de la Leyenda Negra. La consideran movimiento antiespañol promovido por escritores ingleses, holandeses y de otras nacionalidades durante el siglo XVI. A pesar de originarse en tiempos de fuerte rivalidad política, comercial y religiosa hace más de tres siglos, la Leyenda ha llegado hasta nuestros días en forma de interpretaciones falseadas sobre episodios históricos de la conquista de América.
Julián Juderías escribió en 1914 que «las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la Prensa extranjera, de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas».
Los textos de Fray Bartolomé de las Casas influyeron determinantemente en esa perspectiva. Su crónica de agravios dio pie a las leyes de indias promulgadas por la Corona Española en la que los delitos contra los indios debían ser castigados más severamente que los de los propios españoles. Los indios nunca tuvieron el estatuto jurídico de esclavos.
En contraste la esclavitud fue practicada en la América británica desde el principio de la era colonial, y fue firmemente establecida cuando se firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. La guerra Civil norteamericana surgió a partir de a extinción de la esclavitud a la que los Estados Sureños se opusieron. La discriminación sigue vigente en buena parte de los Estados Unidos. Barak Obama fue el primer presidente de origen no caucásico. Más de un siglo antes Juárez, un indígena zapoteco y Porfirio Díaz un mestizo de origen mixteco, fueron presidentes de México. Un mulato Vicente Guerrero fue presidente en 1829. Y para eso a nadie tuvimos que exigirle perdón, a nadie tuvimos que pedirles permiso…

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