Acoso sobre ruedas

De acuerdo a la ONU un 60 por ciento de las mujeres en México han sido acosadas en el transporte público. Los casos en Tuxtla aumentan

Wendolyne Gómez José / Portavoz

[dropcap]A[/dropcap] Alejandra nunca le pasó por la mente que esa noche, cuando abordara un taxi, uno de los medios de transporte que utiliza con más frecuencia para ir a su casa después de la escuela, sería el escenario de un episodio de acoso sexual.
Luego de un día pesado lo único que quería era descansar. Salió de la universidad a eso de las 10 de la noche y, mientras esperaba en la parada, un taxi «de los de a 10» se aproximó y el chofer ofreció llevarla.
Es común que las y los estudiantes usen este servicio que ofrecen los taxis en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, siguen la misma ruta que algunos colectivos y cobran 10 pesos, que aunque es un precio un poco más elevado que la combi es viable cuando lo que se busca es llegar más rápido a cualquier destino.
Como pocas veces sucede, el taxi que abordó Alejandra no subió a más personas, no le pareció raro, pensó que el chofer trataba de ser ameno cuando le hacía plática, por ello respondía a sus interrogantes.
«Había tenido un mal día, pensé que no estaría mal hablar de algo más que no fueran maestros y tareas», dijo la joven.
La conversación se hizo larga y agradable, venían platicando cosas del trabajo del taxista, de la cuenta y de los pasajes que a veces le tocaba recoger.
De pronto soltó la pregunta, quería saber a dónde iba, ella le dio su dirección pensando en pagarle el servicio completo, hasta ahí nada estaba fuera de lo normal, la plática, el recorrido.
«Hasta ese momento todo iba en orden, empezó a cantar una canción del Libro de la Selva y me agarró la mano haciendo el coro», dijo mientras cuenta que fue ahí cuando el ambiente se volvió incómodo, no le soltó la mano hasta que ella fingió arreglarse el cabello.
«¿Qué podía hacer sola en un taxi a medio camino? ¿Debí bajarme del taxi? ¿Cómo se supone que lo haría si el carro estaba en movimiento?», se pregunta.
El «tipejo», como ella le dice, intentó agarrarle la pierna. Ella se retiró para que no la alcanzara. «Tenía miedo y creo que él lo notaba, porque se reía al verme».
Unas cuadras antes, ella pidió la parada, el taxista la ignoró y le dijo que la llevaría hasta su casa, desesperada y con mucho miedo no encontraba la forma de escapar de la propia trampa en la que se había metido.
De nueva cuenta el taxista le tomó la mano, ahora un poco más fuerte que la primera vez… después la jaló hacia él con la intención de besarla, «me hice un lado evitando que sus labios me tocaran», el taxista sólo se reía.
Dentro de su desesperación, hizo lo primero que se le ocurrió sin pensar si funcionaría. «Tomé el teléfono y fingí hablar con alguien… y le dije que me esperara en un lugar determinado».
Eso fue suficiente para que el taxista se detuviera un poco y aceptara parar frente a una tienda, sin pensarlo se bajó del taxi y corrió pidiendo ayuda.
«Tenía ganas de llorar y el tendero se dio cuenta, se ofreció a llevarme a mi casa». El taxi se fue y con él su miedo.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) un 60 por ciento de las mujeres en México han sido acosadas en el transporte público.
Los datos revelan que testimonios como estos no son simples anécdotas, sino una realidad cotidiana en la capital.

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