Al Son del texto / Tina Rodriguez

En los casos de los partidos durante las campañas proselitistas, en especial al final de sexenio, hay dos escenarios: las federales propiamente y las estatales individualmente; si el esquema para 2018 será el mismo, cada sigla en las entidades tendrá que trabajar a parte de los triunfos estatales en caso de gubernaturas –nueve- y diputaciones locales y alcaldías a renovar, en generar votos a favor del aspirante presidencial de que se trate, en lo que también se tendrán que apuntar los y las aspirantes a senadurías y diputaciones federales que, como sabemos, se renuevan en su totalidad en 628 curules en ambas cámaras de la federación.
El punto es que todo eso cuesta, en especial difundir los planteamientos por las muy diversas vías existentes, y que aún no lo crean los más que tienen acceso, el ochenta por ciento de la población que usa redes de alguna forma, no se detiene en los asuntos políticos, que no sea en replicar sin comentario alguno y menos interés real, menes y videos relacionados con políticos, menos que se ocupen en leer ya no se diga en «digerir», los contenidos de su información.
Y eso que no tocamos los cuántos, en realidad, del listado nominal y estatal, tienen acceso de Internet o acudan en lo especial a los llamados ciber a ocupar su tiempo de consumo en ver cosas de la política nacional, o de sus entidades y municipios respectivos.
Así que las redes sociales no son precisamente una vía oportuna para hacer llegar a las masas las propuestas de las plataformas políticas, y como es cosa sabida de éstos políticos, por eso hemos visto en los adelantamientos que aun recurren a los baños de pueblo, con todo tipo de artimañas pues, en efecto, se trata de un adelantamiento que desde luego van a capitalizar los que lleguen a una candidatura, observándose en esa descomposición fuera de tiempo, que el individualismo a ultranza es evidente.
La otra es que las vías para dar a conocer siglas y personajes, cuesta y mucho pues, no hay nada más caro que la publicidad política en éste país, y es por eso entre otras cosas de operatividad que, los partidos no se pueden quedar sin dinero de las prerrogativas, pues los que saben, no demorarían mucho para acusar que determinado candidato tiene recursos suficientes y la pregunta sería: de dónde salió.
No se verá que los partidos negocien en paquete su publicidad, y quedará en cada aspirante en sus posibilidades y relaciones en cada entidad o distrito de que se trate, dejando la presidencia y las curules federales en otros parámetros, pues son prioritarios para las dirigencias en ganar presidencia y –vía alianzas- mayoría proporcional en las cámaras federales.
Así que la propuesta esa de ir sin dinero público a las campañas fue mera manipulación o como bien dicen por ahí, pura demagogia, como eso de donar la prerrogativa de octubre a diciembre como lo hizo el PRI, y que rechazaron PRD, PAN, MC y Morena, que con menos capacidad financiera y desde luego menos nexos con las estructura de poder económico, no pueden competir, si el PRI pasa la «charola» a sus aliados, que desde luego darán sus aportaciones a sabiendas de que, posteriormente la cobran doble.
Todo eso la verdad poco le importa a la ciudadanía que se inclina porque, de una vez, le quiten las prerrogativas de ley a los partidos, y éstos vivan de las aportaciones de sus seguidores.
Esa petición que se volvió viral, ni la voltearon a ver los priistas y menos los demás partidos, porque sería mucho pedir de lo mucho que se llevan y gastan incongruentemente en una nación que reclama ya, justicia social.

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