Al Son del texto / Tina Rodriguez

Desde acá abajo lo verde se ve bastante tierno, y desde luego lo que resulte debe demostrar más unidad que divisiones, pues aparte de quien sea nominado para encabezar la plataforma de ese partido, está el que vayan en unidad con el PRI.
El PRI no es problema: se alinea a lo que le indiquen desde su cúpula nacional, y no se ven más deserciones como en 2000, 2006 y 2012, como fueron los casos de Pablo Salazar, Juan Sabines y María Elena Orantes.
Esta vez no se cree que José Antonio Aguilar Bodegas renuncie al priismo si en su caso nominan a Roberto Albores, que es lo más seguro, ni que dentro del verde se den divisiones si se proyecta a Eduardo Ramírez, como indican las versiones, aun el serio gasto que se ha hecho en prensa nacional, ponderando la imagen del senador Luis Armando Melgar.
Llama mucho la atención la idea de que si bien pueden ir en candidatura común en el ámbito nacional, no así en el estatal; esto es que el PRI y el PVEM presenten candidaturas por aparte.
Hay los que creen que ello le restaría mucha presencia al PVEM, pues la administración de Velasco no goza de popularidad y contrariamente está ubicado entre los mandatarios de menor popularidad ante sus gobernados. A esto se integra que, éste gobernador es de los que menos roce tiene con la inconformidad, casos que delega a sus funcionarios. No ha recibido a grupo inconforme alguno, y ni siquiera se molesta en llevarse los aplausos en caso de soluciones; es la propia secretaría de gobierno la que proyecta que desde su oficina se resolvieron los asuntos gracias a la intervención de su titular, que es priista.
La solución de esos conflictos son bonos si se quiere para el gobierno de Velasco, pero ante otros escenarios, no ante el elector promedio, que considera que la entidad está hecha un desastre, sin dinero y lleno de personas endeudadas por la falta de respuestas del gobierno estatal, el que tampoco, aclara en dónde está invirtiendo el dinero del año, del sexenio.
En el PRI, hay un candidato externo a la presidencia, que según esto lo hace distante a las cofradías del PRI en los estados de la República, pero de las que depende ahora José Antonio Meade si es que quiere el triunfo. Uno de los grupos más consolidados es el de Comitán, ciudad de la que han salido no pocos gobernadores de fama, y aunque se dice que hay cierta distancia entre las cabezas visibles, es famoso porque cuando se debe trabajar lo hacen de manera coordinada.
A ese grupo pertenece –se dice- Roberto Albores Gleason, quien como sabemos fue en su momento el candidato a diputado que más votos sacó en la contienda de 2009, por su distrito comiteco, y no tuvo problemas para ganar fácil la senaduría. Pero también a ese Comitán pertenece Eduardo Ramírez, quien fue su alcalde durante la senaduría de Manuel Velasco, y que se ha ganado a destajo posiciones voto a voto, y debe ser por algo que se le aplica una campaña de guerra sucia en las redes sociales.
Ahora, de entre Albores y Ramírez hay una diferencia: el segundo es pueblo; el primero de conocida política caciquil del PRI.
Entre esas dos opciones se tendrá que decidir si van unidos como se prevé.

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