Al Son del texto / Tina Rodriguez

En las elecciones de éste año sabemos que se renovará la totalidad de las 500 curules de la Cámara Federal de Diputados, nueve gubernaturas, 641 diputaciones de congresos locales en 17 entidades, mil seis alcaldías en 17 estados incluyendo ahora a la Ciudad de México, antes Distrito Federal.
Aun la invitación a la ciudadanía para participar con su voto en la contienda cívica por un lado y los llamados a la civilidad política entre partidos por otro, vemos la misma porquería de siempre en éste tipo de procesos en los que, desde los partidos se denostan; entre los propios aspirantes en las internas se desacreditan, y así, todo esto que ha significado la mala política mexicana, aderezada ahora con los famosos chapulines, personas sin convicción política que solo busca cargos públicos para parasitar del erario, y sin ser de ningún beneficio para partidos o la democracia, pero que pagan aportando votos, vía corporativismo y así pues no se puede cambiar la mala calidad política que padecemos.
Son ellos –los chapulines, aparte de los partidos en sí-, la peor expresión de la política mexicana, de la misma forma en que no la corrupción, sino la impunidad que la permite, lo es como peor referencia del ejercicio público.
En Chiapas los registros de las elecciones locales iniciaron con muchas hostilidades políticas, primero internas y luego colaterales, empezando por la renuncia de José Antonio Aguilar Bodegas al PRI, por la imposición de Roberto Albores Gleason, luego por la renuncia de Eduardo Ramírez Aguilar al PVEM, por el intento de imposición del mismo priista en la coalición que tiene ambos partidos.
Esto generó que Bodegas por un lado buscara la camiseta del PRD, como en 2000 lo hiciera Salazar, en 2006 Sabines y en 2012 Orantes, para ser uno de sus precandidatos, en tanto Ramírez Aguilar impulsa una política de dignidad que pareciera alejarlo aún más del PVEM, al aparecer Fernando Castellanos como precandidato a gobernador ahora sí por el verde ecologista, y que pareciera ser solo para darle legitimidad a la determinación cupular por Albores Gleason.
María Elena Orantes López es de las cinco mujeres que buscan gobernar su entidad, entre cuarenta aspirantes para nueve entidades del país. No ha merecido consideración alguna por ello, y contrariamente la han atacado por todos los frentes, como no ha sucedido con aspirantes como Albores o Ramírez.
Y desde luego el propio Aguilar Bodegas, al que hasta le abrieron una carpeta de investigación, de la que no se supo más, en aras de persuadirlo en buscar la gubernatura, quizás temiendo que no pocos sean los grupos priistas regionales que jalen con él, lo que también es muy posible.
Así que al final de cuentas esto se decide en las cúpulas, no entre la militancia, a la que sustituyen vía la pantomima de representación de delegados que también eligen desde esas dirigencias, para determinar quiénes o quien va ser el candidato.
Así que usted y yo votaremos por lo que decidan esos supuestos delegados, de una lista palomeada por los dirigentes, o por un gobernador o gobernadora que finalmente decidirán desde las cúpulas de los partidos coaligados.

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