Al Son del texto / Tina Rodriguez

Pues se terminan las especulaciones, y se precisan las estrategias; los que estaban en duda a organizar sus campañas en busca del voto popular, que analistas serios consideran podría ser escaso luego del desorden partidista que se vivió en las coaliciones encabezadas por el PRI y el PRD en la entidad, y las claras divisiones en el que preside Morena.
Esto no quiere decir que no se registre una votación que al menos legitime la elección, y quien triunfe esté exento de impugnaciones para no perder el estilo que ha caracterizado a las elecciones estatales desde 1994 en que el PRI perdió el gobierno estatal, y que es la fecha en que no es gobierno.
Es decir desde hace casi 18 años que se cumplen en el presente.
En esta contienda el tricolor postula a Roberto Albores Gleason, actual senador de la república, y que ha tenido una constante legislativa desde hace nueve años, desde que en 2009 ganó la diputación federal por el distrito de Comitán, resultando en esa elección el diputado más votado a la LXI Legislatura, para luego postularse a Senador.
No fue un legislador que haya destacado en esas legislaturas, y contrariamente no fueron pocos los «cuadros distinguidos» de su partido que reclamaron que lanzara la convocatoria a cambio de dirigencia que ostentó más allá del tiempo reglamentario, y que generó mucha animadversión a su persona, aunque no ante la nominación de su candidatura, salvo la inconformidad de José Antonio Aguilar Bodegas que terminó renunciando al tricolor, mientras que por otro lado, el dirigente estatal del Verde Ecologista, Eduardo Ramírez Aguilar, generaba una fractura inconforme por que su partido no apoyó sus intenciones de ser candidato, e inició un movimiento que no creció como medida de presión, pero que dejó en claro diferencias políticas con la designación, que incluye a legisladores locales del tucán que en su momento hasta pretendieron renunciar a éste.
El escenario entonces para Albores Gleason no parece tan favorable según éste parámetro, pero la otra es que en ésta y otras entidades es famoso el institucionalismo del PRI.
Lo demostró alineándose en la pasada elección a la candidatura conjunta con el PVEM, y se mantuvo así pese al claro desplazamiento político que ejerció el verde en su afán de posicionarse en Chiapas y hacerlo su bastión.
Quizás la inmadurez pero luego de dos gobiernos de izquierda y uno ambientalista que los maltrató, los priistas deben valorar su condición de seguir bajo el dominio de otras siglas con candidatos surgidos de sus filas, ante las versiones de que Josean puede generar divisionismo en la «cofradía» de ese partido.
Desde luego que los cuadros regionales o al menos los que la mueven en el priismo estatal, tendrán que ser escuchados. Ya no son aquellos tiempos de que «te cuadras», y debe de saberlo el grupo de notables tras Roberto Albores Gleason, ante la oportunidad real de regresar al poder.
Ahí la tienen, ellos sabrán si la dejan ir por apostarle a ese institucionalismo en duda.

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