Alla va Fer / Rodrigo Ramn Aquino

Imitando a Enrique Peña Nieto y a Manuel Velasco Coello, el presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez, Fernando Castellanos Cal y Mayor, reunió en el Estadio Zoque a decenas de miles de personas adheridas a la organización priista Antorcha Campesina. El pretexto: el 34 aniversario de fundación, el propósito real: destaparse a lo grande para el proceso electoral.
Nos guste o no, nada impedirá que este hijo político de Velasco Coello aparezca en las boletas electorales. La ley le garantiza el goce de este derecho político y no va a perder la oportunidad, irrepetible en su carrera, de colgarse del poder que aún posee la actual administración. Ha sido hecho a imagen y semejanza de El Güero precisamente para este momento.
Castellanos es quien más conviene al sistema, el que garantiza lealtad ciega porque lo debe todo y le conocen todo. No tiene un apellido como Sabines que lo envalentone al punto de morder la mano que le ha dado de comer y que hará todo lo posible para dejarlo a cuidar las espaldas paternas durante el siguiente sexenio. Es el sucesor perfecto, pero ¿le alcanzará?
Es tiempo de probar el peso específico del capital político con que cuenta Fernando. Se ha gastado mucho en él, no sólo recursos, sino favores. Ha costado más de la cuenta, eso sí, pero aquí está, en la antesala de la jornada, y aún recibirá más apoyo oficial. Los tuxtlecos podrán asombrarse y padecer estas circunstancias, pero, de acuerdo a sondeos, en el resto del estado lo consideran candidateable.

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