Analisis a Fondo / Francisco Gmez Maza

Las porras de los amigos

Como en los tiempos de Don Porfirio

Quién aún esté pensando en el pasado glorioso de la Revolución, en aquel lema de batalla que decía «revolución y justicia social», del priísmo «revolucionario», de los gobiernos que se decían emanados de la Revolución, está ahora totalmente equivocado.
Todo cambió para bien de pocos y para mal de muchos.
Se equivocaron los rebeldes al levantase en armas y derrocar al general Porfirio Díaz, al luchar por la tierra acaparada por unos cuantos hacendados. Todo estaba mejor con Don Porfirio, acostumbraba decir el tío Ricardo.
Hoy, este miércoles, el redimido, resucitado fantasma del general Porfirio Díaz estará presente en el Patio Central de Palacio, en el festejo presidencial por el tercer informe de gobierno. Los grandes logros del actual gobierno inundarán los espacios electrónicos de la televisión y la radio y, el jueves, los de la prensa escrita.
Para eso, los presidentes organizan el acto en Palacio, una vez que el secretario de gobernación va. la víspera. a San Lázaro a entregar la documentación del informe a los diputados para que lo glosen y reconozcan en toda su gloria y esplendor al presidente en turno.
El cementerio de Montparnasse quedará con una tumba vacía, porque pronto, muy pronto, el resto del aquel que fue injustamente calificado de dictador estará en México y será homenajeado, aunque ya lo es por los dichos y los hechos de los gobernantes.
Don Porfirio es ahora ejemplo de buen gobierno. Durante el Porfiriato México experimentó un próspero progreso económico que se cimentó en la eliminación de los derechos de los indígenas sobre la tierra y en la total desprotección de las clases trabajadoras…
Hoy, México está siendo «movido» y «transformado» por el fervor y el entusiasmo de los nuevos priístas, de los jóvenes mexiquenses que se dieron cuenta de que la Revolución era un estorbo para el buen gobernar, o sea el hacer grandes negocios, en una economía privatizada, con los otrora bienes nacionales ahora en poder de los empresarios privados y, sobre todo, de los poderosos emporios extranjeros. Una economía modernizada, competitiva. (Uy, pero pa»cuándo.)
Tal como lo quería Don Porfirio. La revolución siempre le hizo justicia a aquel oaxaqueño, que combatió junto al presidente Juárez.
Un fiestón el que habrá este miércoles en palacio. Las reformas estructurales llevarán a México al sitio privilegiado de los grandes de este mundo. Habría que acabar con ese mito de «sufragio efectivo no reelección», que al final del día Don Porfirio es el ejemplo de trascender en el tiempo con la banda patriótica cruzada al pecho.
Los festejos, los homenajes al Gran Dictador comenzaron ya. En Veracruz, en Orizaba, el presidente municipal priísta puso el ejemplo y homenajeó a Don Porfirio. Y el panista Francisco Ávila pidió desempolvar una estatua del general embodegada y hacerla lucir en un buen lugar en el puerto. Cosas veredes, mi querido Sancho. Pero así es la vida. La Revolución Mexicana sólo sirvió para puras vergüenzas.
Sólo que las cuentas no cuadran. Ni para los pocos que detentan todo. Ni menos para los muchos que no tienen nada (o los privilegiados que tienen un poquito), más que sus manos para alquilarlas a los buenos y justos empleadores. Antes, en la Revolución, se les llamaba patronos. Los mexicanos estaban tan acostumbrados y felices de decir «mi patrón».
Lo malo es que este año la economía no sólo no va a crecer sino que se estancará aún más en el fondo de la tristeza. Según econometristas del los grupos neoporfiristas el producto interno bruto mexicano apenas crecerá 34 centésimas por arriba del dos por ciento. Y se van de largo. El crecimiento de la economía será irrisorio. Por abajo. Muy por abajo, tomando en cuenta que los del Inegi, los del Banxico embellecen, maquillan, las cifras sobre todo del comportamiento de la economía. Me consta porque cubrí muchos años las fuentes económico financieras.
Presumen los voceros del gobierno de los ingresos por lo que se llama remesas, que con sangre, sudor y llanto se ganan los paisanos que trabajan en los campos y en los servicios en Estados Unidos. Dicen que la devaluación multiplica tales ingresos en pesos. Pero lo que no dicen es que la carestía, la inflación, que también está embellecida por los mañosos economistas oficiales, se come ipso facto cualquier ganancia derivada de la devaluación de la moneda.
En fin, que este miércoles habrá fiesta en Palacio, habrá fiesta en Los Pinos. Todo marcha en la nación. Lo demás sólo son gritos desesperados de gente que no entiende. De gente que calumnia diciendo que afuera de Palacio, afuera de Los Pinos, afuera de Marínalo, afuera de Las Lomas, al país, a las mayorías de ciudadanos, se los está llevando la chingada: empleos mal pagados, desempleo, hambre que no ha podido parar la cruzada ahora de Mede, y más pobreza. Y qué importa. ¿Verdad, Don Por fis?

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