Anatomia de otro instante
Zoe Robledo

En Anatomía de un instante (2009), Javier Cercas parte de una fotografía, de un instante, para diseccionar las causas y consecuencias del fallido golpe militar del 23 de febrero de 1981 en España.
El coronel Tejero irrumpe en el Congreso con el grito de «al suelo todo el mundo»; tres políticos no se esconden detrás de sus escaños: Santiago Carrillo, Manuel Gutiérrez Mellado y Adolfo Suárez. Ese instante y esas actitudes marcaron la disyuntiva entre dos caminos para el proceso de transición democrática española.
En México otro instante.
El titular del ejecutivo, Enrique Peña Nieto, rinde su Segundo Informe de Gobierno en Palacio Nacional. A su izquierda se encuentra el Senador Miguel Barbosa Huerta, presidente del Senado de la República, a su derecha Silvano Aureoles Conejo, presidente de la Cámara de Diputados.
Ambos pertenecen a un partido de izquierda, el PRD. Un escenario inédito que durará todo el siguiente año legislativo. El Partido de la Revolución Democrática ha alcanzado la titularidad de un poder constituido y lo ha hecho de manera legítima y legal. Su ascenso se ha logrado sin aspavientos, sin movimientos desestabilizadores. No hubo tomas de edificios ni turbas exigiendo físicas o metafóricas caídas de cabezas. Se conquistó este espacio de poder en la lógica de la política moderna que exige el ejercicio de la política y no el golpe espectacular.
Desde el discurso radical y el dedo flamígero hay distintas interpretaciones. Por eso es necesario examinar las verdaderas razones de este instante; examinar sus causas y definir sus efectos.
Quienes aseguran que se trata de un favor por la aprobación de las llamadas reformas estructurales olvidan algunos hechos.
Durante el pasado proceso legislativo, la izquierda mantuvo un discurso crítico y contestatario. En el caso de la reforma energética, el PRD está en la línea de revertirla por la vía de la consulta popular. La llegada del PRD a la presidencia del Congreso no representa el abandono de esa causa En el caso de la reforma hacendaria, la posición de una parte del PRD fue en apoyo a poner fin a varios privilegios en manos de unos pocos mexicanos y evitar que se construyera otra mayoría legislativa con el PAN dispuesta a gravar con IVA los alimentos y las medicinas (ya el PRI había eliminado ese candado en sus documentos básicos).
Hasta donde se pudo, los logros fueron en sentido progresista.
El sentimiento de derrota que existe entre aquellos que aspiran a una situación de bipartidismo para México, de los que sueñan y trabajan por la exclusión de la izquierda del espectro y el escenario político; sólo refleja su propia incapacidad para hacer política en la pluralidad. La democracia ofrece libertades que la derecha prefiere sacrificar en tanto eso le permita mantener la seguridad del statu quo.
El instante es algo más. Se trata de la representación del poder con nuevos rostros; pero es también un cambio en las esencias del poder, uno que se ejerce en plena pluralidad y con el reconocimiento de la importancia histórica, política, cívica y cultural de la izquierda en el país. Existe un entendimiento y reconocimiento social sobre una izquierda que sabe actuar dentro de las instituciones y que no depende de las acciones de bloqueo de espacios o de opiniones y la descalificación sistemática para lograr sus objetivos.
¿Qué se puede esperar? Una izquierda que no construye su identidad política a partir de definirse como el objeto eterno del martirio. Una izquierda que buscará acreditar su capacidad de ocupar adecuadamente los espacios de poder que meritoriamente ha alcanzado. Una izquierda empática con el reclamo ciudadano de más transparencia en el manejo de los recursos públicos. Una izquierda a la que no le asiste el carisma de un solo protagonista de la verdad, ni los chantajes políticos de corte faccioso. Una izquierda que gana confianza respetando a las instituciones y que con esa confianza se erige como una alternativa real y viable de gobierno.
A diferencia del 23F en España, la foto del 1 de Septiembre en México no indicará ir al suelo, sino a reanudar el ascenso hacia nuevas y mejores formas de hacer política.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *