Antidoto / Rodrigo Ramn Aquino

A pesar de la cínica «elección de Estado» en el Edomex, donde con uñas, dientes y cañonazos de paga, el PRI retuvo su bastión más representativo a nivel nacional, hay quienes ven con normalidad democrática el resultado, como un asunto típico de los usos y costumbres de la cultura política del mexicano.
Uno de ellos, de los primeros en pronunciarse tras el proceso electoral del domingo pasado, es el presidente de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, Eduardo Ramírez Aguilar, quien también es dirigente estatal del PVEM. Él reconoce que si bien su partido no tiene posibilidades nacionales en 2018, en Chiapas es y será distinto.
Con esta declaración, que deja por completo de lado la mapachería electoral, la compra de voluntades y el condicionamiento de programas sociales, no sólo avala el comportamiento político del partido que ha sido su más fuerte aliado hasta el momento, sino adelanta entrelineas el ánimo oficial de retener el poder a toda costa.
Ya vivimos los excesos en 2015, cuyas secuelas efervescen rojas de vez en vez en Chiapas. Es fácil prever entonces lo que se avecina para el proceso electoral concurrente. No habrá fuerza humana que evite que quienes detentan poder hagan las trampas que saben. Y no obstante, votar sigue siendo el único antídoto.

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