Articulo Único / Ángel Mario Ksheratto

Pactos salvadores

No se le puede negar la picardía al gobernador Manuel Velasco Coello; supo, desde que ordenó a los diputados entregarle la Medalla «Miguel Álvarez del Toro» al tirano Patrocinio González Blanco-Garrido, que el evento se convertiría en un bacanal. Tuvo en la mala fama del exgobernador y el repudio en su contra, la oportunidad para desfogar las maledicencias que le pesan a raíz de la crisis política, social y financiera en que deja a Chiapas.
¿Qué mejor que revivir al tirano para que los reclamos se enfocasen en éste y dejarle descansar, por lo menos unas horas? Nadie con el historial violento y corrupto de don Patrocinio (o el de Pablo Salazar, que, nos cuentan, también fue analizado por el gobernador y sus cercanos para colgarle la hojalatita ésa), podría rescatarle del aluvión de críticas por los malos resultados de su gestión.
E invitó al gobernador electo, para que fuese él, quien impusiera el ahora reventado galardón. Dos pájaros muertos de un solo disparo. Utilizó al ex dictador para distraer a sus críticos y al electo, para lavarse las manos. No hay lugar para otra interpretación, que no sea el mensaje propagandístico del todavía gobernador.
Es claro que la estratagema de Velasco, no exime a Patrocinio González de los delitos que cometió al amparo del poder, ni salva a Rutilio Escandón de la mascarada que tuvo que representar por falta de talento, carácter y respeto a la investidura que representa.
El gobernador Velasco, tiene claro que no deja un estado en las mejores condiciones; los adeudos con proveedores son cada vez más notorios, al grado que muchos de éstos, ya han ido hasta la casa de transición de Andrés Manuel López Obrador, a exigirle que obligue a su protegido a pagar los compromisos contraídos.
En materia social, los enfrentamientos entre organizaciones, los cierres carreteros, las revueltas municipales, son cotidianas, desde su primer año de gobierno. Su política de entregar despensas para mantener calmada a la gente, fracasó por completo. También fracasaron sus cursilerías idiomáticas, con las que pretendió congraciarse frente a las mujeres, a quienes al final, no les hizo justicia ante la ola de feminicidios.
En esa ruta caminó la inseguridad galopante; zonas completas del estado, secuestradas por hordas de delincuentes comunes que no solo asaltaron a sus víctimas directas, sino que despojaron al Estado de recursos financieros, para el pago de rescates de ciudadanos tomados como rehenes.
La falta de medicinas en los hospitales, el desvío de los recursos extraordinarios para la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto de septiembre, la presumible construcción de edificios y centros comerciales a nombre de familiares suyos, los gastos superfluos para cumplir caprichos personales, la precaria condición de las escuelas, las turbias negociaciones con líderes magisteriales y otros sindicatos; el manejo, control y manipulación de los Poderes del Estado, son solo algunos de los abusos de Velasco y de los que pretende escapar.
Los distractores, son su arma predilecta. Ocurrió durante el proceso electoral, engañando aún a sus más leales aliados, haciéndoles creer que ocuparían su lugar, una vez terminado su periodo. Ordenó el ahorcamiento financiero del órgano electoral, para que éste mantuviese sumisión e hiciere lo que a él le viniera en gana.
Del reclamo, la ira, el enfado, quiere huir. En ese tenor, no tardará en volver a rescatar a los personajes más odiados de Chiapas, para que le sirvan de parapeto; para distraer la ira hacia éstos y él, siga tan campante.
Hay que decir una cosa: la seguridad con que Manuel Velasco se mueve, se debe a los pactos con Andrés Manuel López Obrador. Sacrificó a sus leales, para que AMLO ganase en Chiapas. Y no dudemos que ya tiene la lista de colaboradores suyos, que habrá de entregar para que reciban el castigo por los actos de corrupción durante su gobierno. ¿De qué servirá al presidente electo hablar de lucha contra la corrupción, si ya pactó impunidad en Chiapas?
¡Tronco de cambio para México! No puede haber cambio, si en Chiapas, la corrupción se premia, se paga con senadurías, con impunidad absoluta y arbitraria.
No podremos entender un cambio, si persiste la impunidad, si no se investiga a la actual administración de Chiapas y, por supuesto, si no se castiga a los verdaderos responsables de la bancarrota del estado. Lo demás, será el resultado de la demagogia con que se conquistó a México. ¿O no?

http://ksheratto.blogspot.com

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