Casa Migrante, un hogar en Tuxtla para los desamparados

Con el esfuerzo del voluntariado, se da cobijo a un promedio de 20 a 25 personas diarias que huyen de sus países por la violencia extrema, la guerra, el crimen organizado o el reclutamiento forzado

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]L[/dropcap]a inseguridad obliga a que cada minuto 24 personas huyan de sus lugares de origen en busca de refugio. De acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) son más de 65 millones de personas las que viven en esta condición en todo el mundo, lo que pone en un riesgo latente especialmente a niños, niñas y adolescentes que ingresan solos a un país completamente desconocido.
La frontera sur de México es mundialmente conocida por ser una de las más transitadas y también las más peligrosas, incluso se le ha denominado como la «puerta del infierno» por las violaciones sexuales, desapariciones y trata de personas con las que reciben a los latinos vecinos que ingresan diariamente al país.
Chiapas es una falsa esperanza para los cientos de centroamericanos que se ven obligados a pisar México en busca de una mejor calidad de vida, de acuerdo con Saúl Zenteno Bueno, Punto Focal Mundial de la Juventud para el Pacto Global Por la Migración de las Naciones Unidas, la inseguridad y la falta de reconocimiento son los principales retos a los que se enfrentan todos los migrantes que pisan el estado.
Por ser considerados un grupo vulnerable en la sociedad, y por ser Tuxtla Gutiérrez el municipio que más agresiones presenta contra el sector, un grupo de voluntarios dirigidos por Virginia Gordillo abren las puertas de la Casa del Migrante a todos aquellos niños, niñas, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad que han ingresado al estado por los peligros y la violencia a la que se enfrentaban en su país.
En la casa azul ubicada en la Primera Poniente, esquina con 16 Sur se han formado lazos de solidaridad como resultado del amor, dedicación y esfuerzo que ciudadanos han invertido por dar un refugio a los que hoy se encuentran fuera de casa.
Historias entrelazadas y una diversidad de cultura decoran el lugar de domingo a viernes de seis de la tarde a ocho de la mañana, horarios en el que necesitan mayor protección por los peligros a los que se enfrentan en las calles, como discriminación, persecución e incluso la muerte.
Este trabajo voluntario es la suma del apoyo de ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil que día a día suman un esfuerzo por mantener en pie la Casa del Migrante en la capital.
Sin embargo, la clase política representa el gran vacío, la ausencia ante el reconocimiento y la aplicación de los derechos humanos para quienes buscan asilo o simplemente están de paso.
Según Zenteno Bueno, en Chiapas no existen políticas públicas a favor del sector; es decir, no hay visibilidad ni representación en la política local de migración, en realidad sólo existe una, la diputación migrante, que para el especialista en temas de migración es vana en un lugar en donde el simple reconocimiento del migrante no existe.
«La clase política está ausente, no hay reconocimiento del migrante en esta área aunque el estado es uno de los más importantes en la frontera sur, les queda mucho a deber porque no vemos a mexicanos naturalizados tomando roles o funciones en puestos políticos de alto nivel aunque existen leyes que supuestamente les brindan dichos derechos».
Prueba de la invisibilidad de los mismos en la entidad es que la comunidad asiática, que lleva más de 150 años en el estado, no representa una figura empresarial importante en la vida económica del estado a pesar de traer inversiones e intercambiar cuestiones culturales importantes a la entidad.

Las propuestas

«De leyes estamos inundados, queremos políticas publicas aplicadas a su favor, cambios visibles no simples argumentos en sesiones que no sean ni siquiera buenos acercamientos al cambio», precisa.
En este sentido, Saúl Zenteno quien actualmente desempeña un papel importante frente a la ONU en el Pacto Global Por la Migración, señaló que ante la ausencia política es necesario que las organizaciones migrantes y las organizaciones de la sociedad civil empoderen a esta comunidad, a fin de eliminar las etiquetas y los prejuicios por completo y así generar un ambiente más seguro y mejorar las condiciones laborales, económicas y de salud principalmente de niños, niñas y personas de la tercera edad, quienes sufren un rechazo más pronunciado.
Otro de los puntos que Zenteno Bueno recalcó para mejorar las condiciones con las que se cuenta en Chiapas y específicamente en Tuxtla es el de educar e informar a la sociedad con respecto al reconocimiento, iniciando por eliminar el concepto «legal» o «ilegal».
«Aquí no existen migrantes legales o ilegales, aquí hay refugiados, migrantes en proceso o migrante con visa humanitaria; si bien ellos son los únicos que pueden decirte exactamente cuál es su condición en el país, el miedo a ser discriminados impide que puedan decirlo abiertamente por eso es urgente que todos sepamos diferenciar el status en el estado jurídico de todo individuo que viene de fuera».

Apoyo a la Casa del Migrante

En promedio, la Casa del Migrante atiende de 20 a 25 personas por día (de distintas edades) y en las temporadas altas llega a recibir hasta 60 al día, y por ser un trabajo voluntario, las deficiencias no se hacen esperar.
Quienes asisten el lugar reciben a los huéspedes, quienes de inmediato se hace acreedores a tres comidas: cena, desayuno y comida. Sin embargo, el gasto en los alimentos, bebidas, ropa; etcétera tiende a ser elevado; por esa razón la Casa del Migrante tiene un centro de acopio permanente de zapatos, ropa y artículos de higiene personal, alimentos no perecederos y en caso de estar en la disposición de donar alimentos (como verduras, carnes o alimentos ya preparados) hace un programa de entrega y de convivencia con los migrantes que disfrutarán de dichos alimentos.
«Contamos con el apoyo de algunos locatarios del Mercado de los Ancianos quienes donan semanalmente alimentos, algunos donan carne, otros alimentos preparados, enlatados, ropa, en fin, ellos responden a la situación y nosotros estamos muy agradecidos con ellos».
Actualmente, la casa alberga en su mayoría a venezolanos que por conflictos en su país han huido a México y encontrado abrigo en esta casa.
«Los invitamos a acercarse a nosotros, a conocer lo que hacemos y sobre todo conocerlos a ellos porque nadie más podrá expresarles lo mal que se sienten con la invisibilización o tener que negar su cultura, los retos a los que tienen que hacer frente y todo lo que significa ser nadie en un país que no es el tuyo».

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