Chiapas desde el Senado / Zoe Robledo

Nadia Vera: Esperanza y Verdad

10 La ciudad como Troya / arde en deseos / de justicia
Mirtha Luz Pérez Robledo. Estalacmitos

Comitán es tierra de hombres y mujeres de pensamiento libre, de palabra aguda y de acciones por la democracia y la justicia. Es la tierra de Belisario Domínguez. Es la tierra en que nació y se crió Nadia. Si bien no era formalmente periodista, Nadia Vera era productora de cápsulas para redes sociales, promotora cultural, integrante de la Asamblea Estudiantil de Xalapa, y del movimiento #YoSoy132: Una ciudadana comprometida, una activista en pro de la democracia, la libertad de expresión y los derechos humanos. Hija de la escritora chiapaneca Mirtha Pérez Robledo, con sus acciones honraba el ejemplo de su paisano Belisario Domínguez . Nadia Vera, cuyo nombre y apellido remiten a conceptos de enorme fuerza y profundo significado. Nadia, derivación del ruso Nadieshza que en su versión diminutiva resulta en Nadia y que significa esperanza, y Vera, cuyo origen etimológico es el mismo que el de la palabra verdad. Nadia Vera es hoy, Esperanza y Verdad, esperanza de que se hará justicia porque se conocerá la verdad. La mañana del domingo dos de agosto, fueron encontrados en un departamento de la colonia Narvarte, en la Ciudad de México, los cuerpos de Rubén Espinosa, fotoperiodista veracruzano que por razones políticas tuvo que dejar su estado de origen; Yesenia Quiróz, estudiante originaria de Baja California; Simone N, ciudadana colombiana radicada en México; Otra persona de quien aún no se conoce el nombre, pero que aparentemente era responsable del trabajo doméstico en el departamento escena del crimen y una quinta víctima, una que nos duele tanto y nos duele más que las otras cuatro. Ella fue Nadia Vera. En el 2014, durante una entrevista con la televisora independiente Rompeviento TV, Nadia responsabilizó al gobierno de Veracruz de lo que pudiera sucederle, señalando que había recibido amenazas de muerte y por esa razón había decidido salir del estado. Veracruz es el estado con el mayor número de periodistas asesinados en nuestro país desde el año 2000. A la fecha se registran 16 comunicadores asesinados y cuatro desaparecidos. Hoy Nadia y cuatro personas más están muertas sin que se tenga una explicación clara de las razones, cualesquiera que sean, injustificables. Hoy, la esperanza de llegar a la verdad se hace urgente y necesaria. Para alcanzar esta verdad y aplicar la ley, es necesaria la intervención de la Secretaría de Gobernación, a fin de explicar porqué, en el caso de Rubén Espinosa y Nadia Vera, no se aplicaron los protocolos correspondientes para instrumentar Medidas Urgentes de Protección, según lo señala la ley respectiva. Asimismo, es necesario que la SEGOB, como instancia que preside el órgano que aplica este mecanismo, rinda de manera urgente un informe sobre los resultados en la aplicación del mismo y reactive su aplicación para todos los caso futuros que pudieran presentarse y además rinda un informe sobre las acciones y programas de política pública que ha implementado para atender el fenómeno del desplazamiento interno en el que se ven inmersos muchos periodistas y defensores de derechos humanos en nuestro país. Igualmente es necesario que la Procuraduría General de la República atraiga el caso, toda vez que pudiera tratarse de delitos en contra de la libertad de expresión y la investigación avance hasta clarificar autorías materiales e intelectuales y que luego de ello, el Estado Mexicano repare el daño perpetrado y se comprometa a garantizar que un caso como este no volverá a repetirse. Solo así, la muerte de Nadia no habrá sido en vano. Como en aquel siete de octubre de 1913, en que la trágica muerte de Belisario Domínguez fue factor para la caída de Huerta, en mi papel de mexicano, chiapaneco y periodista, me uno a la indignación y exijo justicia para Nadia y todos los caídos en el ejercicio de la libertad de expresión. Nunca más Nadias. Nunca más Nadia ni Rubén, ni Regina ni Moisés, nunca Goyo ni Noel ni Miguel Ángel ni Yolanda ni Guillermo ni Gabriel ni Esteban, ni Víctor ni Sergio ni Octavio ni Armando ni Juan. Nunca más la vida como pago por la libertad de palabra o acción.

El autor es Senador de la República por Chiapas

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *