Cada cinco años, TLC sera llevado a revisin

El país norteamericano trata de contrarrestar así la propuesta de extinción automática planteada por la Administración Trump

Agencias

[dropcap]M[/dropcap]éxico quiere pactar un término medio en una de las propuestas más polémicas de Trump para poder salvar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). El secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, ha anunciado este miércoles que su país aceptaría que los tres socios se sentasen a la mesa cada cinco años para evaluar los pros y los contras del pacto siempre y cuando no se fije una cláusula de terminación automática del tratado, tal y como propuso el mes pasado la Administración estadounidense.
«Nuestra propuesta sería no fijar la muerte automática y súbita [del TLC], sino un mecanismo de evaluación en positivo», ha afirmado Guajardo en una entrevista en Radio Fórmula. «El secretariado del TLC tiene la responsabilidad de hacer evaluaciones periódicas, pero realmente no las ha hecho de forma sistémica. Adquiramos un compromiso de analizar los efectos que ha tenido el acuerdo y que, en función de los resultados, cada país decida seguir o no adelante», ha propuesto el máximo responsable del Gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI) en materia económica. «Pero no pactemos una muerte súbita, que sería un mal mensaje para los inversionistas».
Ningún pacto de libre comercio del planeta fija de antemano una fecha de caducidad del texto, algo que los expertos consideran muy nocivo para la inversión transfronteriza. El motivo: muy pocos empresarios arriesgarían su capital en un proyecto, por atractivo que fuese, si saben de antemano que el tratado tiene una alta probabilidad de acabar hecho trizas en un lustro. El periodo de maduración y desarrollo de la mayoría de inversiones supera con creces esa franja temporal.
El Ejecutivo mexicano también aprovechará la quinta ronda de diálogo para pedir a EE UU «más detalles» sobre otra de sus propuestas disruptivas: elevar del 62,5 por ciento al 85 por ciento el porcentaje mínimo de partes de un automóvil que hayan sido producidas en alguno de los tres países. «Eso sería muy rígido para la industria automotriz», ha afirmado Guajardo. «Y queremos que nos expliquen cómo llegaron a ese 85 por ciento y qué implicaciones técnicas tiene [alcanzar esta cifra]. Es ilógico, y parte de lo que vamos a llevar va a ser preguntas y cuestionamientos sobre la solidez de esta propuesta».
El martes, el secretario de Comercio de EE UU, Wilbur Ross, afirmó que una potencial ruptura del tratado sería «mucho más dañina» para México y Canadá que para su país. En el caso concreto de la nación latinoamericana, dijo Ross, el efecto sería «devastador». La respuesta de las autoridades mexicanas ha llegado apenas 24 horas después: «La ausencia del TLC no quiere decir que el comercio se acabe, aunque habría un impacto fuerte», ha reconocido Guajardo al tiempo que recordaba que las exportaciones de Estados como Iowa, Washington, Texas o Arizona dependen casi íntegramente de su vecino del sur.
«Es cierto que en EE UU solo el 4 por ciento del PIB depende de México [frente al 40 por ciento a la inversa]. Pero cuando se hace un análisis geográfico del comercio, te das cuenta de que toca fibras muy sensibles en el Senado. Y cada vez que el TLC se pone en riesgo, los senadores lanzan el grito al cielo», ha destacado el titular de Economía mexicano. «Cuando se afectan los intereses que ellos [los legisladores republicanos] representan, se movilizan y ya le han pedido a Trump que tenga cuidado: la franja roja, la que votó por él, es también la que más depende de las exportaciones agropecuarias y agroindustriales a México, y ahí es donde se empieza a complicar la película». Una decena de senadores —y un buen número de gobernadores republicanos— se juegan su reelección en las elecciones de noviembre del año que viene.

La reforma fiscal en EE UU, aliada de México

El titular de Economía no descarta que EE UU acabe saliendo del tratado —»a pesar de que estamos trabajando por un acuerdo»â€”, pero cree que la probabilidad de que eso suceda antes de que termine 2017 «no es alta». «Lo que ocurra [con el tratado], no ocurrirá de aquí a final de año», ha pronosticado. De apretar finalmente el gatillo la Administración Trump, ha dejado entrever el secretario de Economía, será en los primeros compases de 2018. «Ahora están en medio de la discusión legislativa sobre la reforma fiscal y ahí necesitan el apoyo consolidado de los republicanos. Y no es muy aconsejable que hagan olas que molesten a intereses individuales de los senadores».
Más allá de la aritmética parlamentaria, muchos empresarios y representantes del Gobierno mexicano subrayan la importancia de que Trump pueda salir airoso de la reforma fiscal. Aunque estos cambios podrían traducirse en un trasvase de la inversión mexicana hacia EE UU —que se marcharía al calor de la rebaja impositiva—, en la Ciudad de México se pone énfasis en la victoria política que supondría para el magnate republicano. Ante la sequía de logros que vender a su electorado, sostienen en los círculos mexicanos de poder, la rebaja impositiva rebajaría la presión sobre el TLC.
El responsable de Economía achacó a la necesidad de «abrir mayor espacio y tiempo para los negociadores técnicos» la decisión de los tres ministros al cargo de la negociación —entre los que se encuentra el propio Guajardo— de no acudir a la quinta ronda de conversaciones, que comienza esta semana en la capital mexicana. «Dejémosles explorar el contenido de las complejas propuestas que se pusieron encima de la mesa en la cuarta ronda [que se celebró en Washington a mediados de octubre] y nosotros tomaremos contacto después del cierre para evaluar los avances». Una pequeña fracción de los 30 grupos de trabajo que trabajan en la renegociación ha adelantado en 48 horas sus primeros encuentros, inicialmente previstos para el viernes, y ya han empezado a tratar los temas más técnicos. El plato fuerte, sin embargo, llegará a partir del viernes.

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