Cdigo Nucú / Cesar Trujillo

¡Qué vivan los estudiantes!

Tres jóvenes estudiantes más fueron asesinados, ahora en Jalisco. Habían desaparecido el 19 de marzo del presente año, hace poco más de un mes. Eran universitarios. Tenían sueños, como los míos cuando decidí estudiar Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) allá en 1999, y no podrán cumplirlos. Fueron confundidos, señalan algunos medios; «disueltos en ácido», afirman otros. Lo cierto es que hoy en nuestro país es más peligroso ser estudiante que narcotraficante, como rezara una cartulina en la marcha celebrada en la Ciudad de México para exigir el cese de estos actos criminales.
En un país convulso, donde la violencia nos aplasta, ya no tenemos la certeza de regresar vivos a casa. Atrás quedaron esos tiempos de caminar a deshoras de la noche en la ciudad, sin que nos pase nada. Los tiempos donde podíamos sentarnos fuera de casa, a charlar con el vecino, sin los barrotes que cubren las puertas y ventanas, mientras los niños corrían detrás de la pelota. Atrás quedaron la paz y la tranquilidad, y en vez de sembrar árboles nos han sembrado miles de cuerpos. Quizá, lo peor de todo esto, es que nos han acostumbrando a esa apología del terror en donde cualquiera de nosotros puede ser la víctima y pasar a engrosar las cifras que manejan las instituciones.
Porque en México, desde hace mucho tiempo ya y con dolor lo vemos, las víctimas de la violencia son simples números que ilustran las gráficas que se distribuyen para mostrarnos cuan cruento es nuestro entorno en la actualidad. A los tres jóvenes los mataron tras haber salido de grabar en una finca en Tonalá, señala El Universal. Sí, pienso, habían acudido a hacer lo que más les gustaba y fueron detenidos por salir de un sitio que, según se dice, pertenece a un capo de la mafia que está en prisión y al que sus enemigos quieren muerto. Seguramente nadie les dijo que cada rincón de México, tristemente, es ya un peligro y que nadie está seguro. Nadie les advirtió, carajo, que las disputas por las plazas, que los rencores entre los cárteles, que el odio que se arrancan con furia en cada crimen, ha permeado cualquier espacio y que su rabia desbordada se esconde hasta debajo del polvo.
Javier, Marco y Jesús son los nombres de los tres jóvenes que estudiaban cine. Soñaron, pienso yo, con seguir los pasos de Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón o Emmanuel Lubezki. Soñaron con poner el nombre de México en alto, como lo muchos mexicanos lo han hecho. Soñaron y ahora sus sueños quedaron sepultados en esa deshumanización que nos tiene secuestrados e inmóviles, con el miedo resoplándonos sobre los hombros y con el «Jesús en la boca» cada que alguien querido sale de casa. Sus sueños quedaron en la paranoia de los asesinos que no temen privar de la vida a cualquiera, que no se inmutan con el sonido sordo de las balas. Quedaron, también, en la tinta de los políticos que firman cientos de panfletos inservibles en los que condenan y repudian la violencia cuando en el fondo, lo sabemos bien, ellos son partes del mismo mal.
Que el silencio no se instaure cuando se trata de exigir justicia. Los estudiantes son el ahora, el presente, y aunque la historia nos ha mostrado episodios muy oscuros, debemos mantenernos de pie. No podemos acostumbrarnos a la violencia. Me resisto creer que el rumbo del país sea éste, que las cosas no vayan a cambiar. Yo me quedo, cuando se habla de estudiantes, con aquella melodía de la gran Violeta Parra que señala: «Que vivan los estudiantes, jardín de nuestra alegría, son aves que no se asustan de animal ni policía…».

Manjar

El repudio de las verdaderas mujeres militantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) hacia Carlos Morales Vázquez, candidato de la coalición «Juntos haremos Historia» rumbo a la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez, es justo por varios factores. El primero de ellos es que él fue la causa de que desde el Partido Encuentro Social (PES) se pugnara por cambiar el género. El segundo es que nunca se inscribió ni por el Partido del Trabajo ni por Morena y sólo Maya De León, y su incipiente partido, más sus aviesos intereses, lo colocaron sabrá Dios a cambio de qué. Es más, el acusar de arribismo al exsecretario del Medio Ambiente e Historia natural es la verdad más pura, porque todos conocemos (y se ha repetido hasta el cansancio) el modo en que ha conseguido llegar a la administración pública. Una lástima que el Proyecto de Nación cobije a puro pájaro nalgón. #MoralinoSinMoral // La recomendación de hoy es Azogue Suite de Armando Salgado y el disco Experience de Jimi Hendrix. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.
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Twitter: @C_T1
Mail: palabrasdeotro@gmail.com

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