Cdigo Nucú / Cesar Trujillo

FOTO. JACOB GARCÍA/CUARTOSCURO.COM

Los desplazados requieren atención

Todo desplazamiento representa una violación sistémica y múltiple a los derechos humanos. A este fenómeno social se impone la situación de vulnerabilidad en que se encuentra toda población desplazada que, pese a los llamados de ayuda de diferentes organismos e intervención de uno que otro actor político, es ignorada y oscila a la deriva: entre la frivolidad y la simulación, bases que representan el arte de la mentira política en un país como México.
¿Que es obligación del Estado garantizar el retorno a la población desplazada? Es correcto. Lo es. El tema acá es no sólo eso, sino la apatía de los gobiernos para garantizar el regreso de quienes han visto pisoteados sus derechos de forma recurrente y que fueron arrojados de sus tierras sin pudor alguno, aunado a que es él mismo quien termina siendo partícipe de esa arbitrariedad sin importar las consecuencias que de ello emanen.
El asunto de los desplazados del Ejido Puebla de San Pedro Chenalhó, Chiapas, a los que se les niega el derecho de una vida digna y se les ha lanzado a la inseguridad alimentaria y a la desarticulación social, pudo haber sido resuelto desde hace mucho tiempo atrás. Sin embargo, seamos honestos, no existe la voluntad política para ello y la muestra está a la vista de todos viéndolos incluso haber sido sacados del parque central para simular un espacio limpio en la llegada del presidente electo de México.
Al gobierno no le interesa que los desplazados se vean inmersos en efectos nocivos como la pérdida de sus tierras y viviendas, que engrosen las cifras del desempleo o, peor aún, que sean presos de la repercusión psicológica. Menos aún, confieso, que la vulnerabilidad en la que se encuentran los orille a ser propensos a contraer cualquier tipo de enfermedades o ser lastimados por la violencia que aplasta a Tuxtla Gutiérrez: en donde sufren las inclemencias del tiempo y la apatía de la misma sociedad que los juzga sin entender su situación.
A los desplazados se les ha destinado a ser marginados por asuntos políticos que no les compete y que los arroja como un número más en las estadísticas frías, dejándolos sin acceso a la propiedad entre comuneros y olvidando que «no es el registro formal ante los entes gubernamentales lo que le da el carácter de desplazado a un individuo, sino el mero hecho de haberse visto compelido a abandonar el lugar de residencia habitual».
No olvidemos que cuando la Corte Interamericana habla de desplazados señala que esto se da por «la existencia de un estado de cosas inconstitucional en la situación de la población desplazada debido a la falta de concordancia entre la gravedad de la afectación de los derechos reconocidos constitucionalmente y desarrollados por la ley, de un lado, y el volumen de recursos efectivamente destinados a asegurar el goce efectivo de tales derechos y la capacidad institucional para implementar los correspondientes mandatos constitucionales y legales, de otro lado».
Ahora bien, corresponde a esta Legislatura (ya en funciones y con las comisiones definidas a partir de hoy), arreglar de forma urgente este problema. No se puede seguir maquillando un tema tan delicado al que los políticos, desde sus diferentes aristas, le han dado la espalda y han hecho como que no existe. No se puede seguir viendo de forma displicente a los niños, mujeres y hombres que fueron expulsados del sitio donde tienen guardados sus recuerdos, donde vieron sus sueños forjarse y que ahora han sido lanzados a una plancha de cemento, a la intemperie, en la capital de Chiapas.
No podemos olvidar, por ningún motivo, que hay un vínculo indisoluble entre las obligaciones erga omnes (respecto de todos). Menos aún de entender que se deben respetar y garantizar los derechos humanos, así como el principio de igualdad y de no discriminación, junto con sus carácter ius cogens (artículo 53 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados y se refiere al conjunto de normas imperativas de derecho internacional general, establecidas por la comunidad internacional de Estados en su conjunto.)
Los desplazados merecen justicia de forma urgente, pero sobre todo que el Estado les garantice el regreso a sus hogares, y que se les brinde protección a sus garantías individuales, que no se sigan repitiendo este tipo de hechos. Es lo justo. Lo que se requiere.

Manjar
Pienso en mi abuelo y en sus padres: en los eslabones que han avanzado hasta donde estoy ahora (y lo que serán mis hijos). Trato de ubicarlos en el tiempo para saber cuándo migraron, en qué lugar les sepultaron el ombligo, dónde dieron su primer llanto, qué monte los escuchó soñar o tener miedos. Porque el abuelo, cuentan, ayudó a sembrar los rieles de La Bestia y transitaba libre la frontera de este sur tan olvidado vendiendo medicinas y semillas, telas y un montón de historias abrazando fantasmas. En esas travesías aprendió otros idiomas y empezó a entender que somos tan sólo un puñado de polvo, un racimo de venas de un mismo corazón. Pienso en mis abuelos y en sus padres: en la primera raíz de ese árbol que ahora somos. Centroamérica es el centro de mi casa. Ahí se forjaron los primeros sueños que ahora tengo: en la infancia de quienes nos legaron vida, en la historia que me cuenta que alguna vez fuimos y que seguimos construyendo paso a paso. Sí, Centroamérica es mi casa. El árbol que ahora soy tiene ahí sus raíces. #PorVosParaVos // «Las personas tenemos un poder extraño para transformar el profundo dolor y encontrar todavía espacio para amar». Mónica Meltis#LaFrase // La recomendación de hoy es el libro El arte de la mentira política de Jonathan Swift y el disco The Now Now de Gorillaz. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.

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