Contrapesos / Rodrigo Ramn Aquino

Desde tiempos de Moctezuma Pedrero, en Chiapas existen dos hombres fuertes: el hombre que detenta el poder político y el que detenta el poder económico (sí, hay ausencia de mujeres). Cuando Rómulo Farrera anunció en 2015 que buscaría la candidatura independiente al gobierno en 2018, la clase política no pudo ignorarlo.
Desde entonces abrevó de los que sabían, hizo un diagnóstico y concluyó que en Chiapas no existen las condiciones para que un proyecto ciudadano alcance el poder por la vía independiente (al menos no a nivel estatal). Ayer lo anunció, y aunque su renuncia es noticia, no es lo más importante. Lo importante es el diagnóstico y la definición.
No lo dijo literalmente, pero al exponer las razones para no participar dibujó un escenario adverso, incluso de Elección de Estado para los siguientes comicios: una entidad sin contrapesos reales —al menos no institucionales—, con dependencia económica de gobierno de más del 80%: un estado asistenciado por el oficialismo para un efectivo control político.
Se retira de la contienda pero no de la participación política (ya no puede, no con lo que ha visto), por eso también anunció, aunque pocos repararon en ello, que prepara una plataforma de seguimiento gubernamental, un proyecto económico para el estado que presentará a los candidatos para un compromiso público. Si no existen contrapesos, Rómulo planea serlo.

 

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