Dulces y amargos sueños…Un sueño adecuado para el Estado / Darwin Enahudi

Un exceso de protagonismo de las integrantes de la Comisión de Cultura del Congreso del Estado

Darwin Enahudí Castillo 

El jueves 29 de agosto se presentó la obra Dulces y amargos sueños, del grupo Kaliwueytukipa original de Petrona de la Cruz con la dirección de Raúl Pérez Pineda en el marco de la Muestra Estatal de Teatro en Chiapas. Este grupo es originario de San Cristóbal de las Casas.

La dramaturgia es una remembranza de un acontecimiento en la vida de su protagonista, y establece un diálogo directo con el público a quien le cuenta la historia de una mujer originaria de Zinacantán Chiapas, que sufre a lo largo de su vida: discriminación, abuso sexual, laboral, entre otras formas de violencia, y se ve marginada por su familia quienes la acusan de ser culpable de lo acontecido, por esta razón se aparta del núcleo familiar y tiene una larga odisea antes de retornar y llevar flores moradas a la tumba de su madre.

La pieza maneja una temática indígena con una discursiva evidente: El abuso a los que se ven sometidas las mujeres indígenas de los Altos de Chiapas. Sin embargo la propuesta dramatúrgica recurre a un indigenismo romantizado puesto que la obra al ser una representación basada en la vida de su protagonista, es un acontecimiento escénico más cercano al teatro de Testimonio permeado por una poética que avanza a tiempo parsimonioso, dando cuenta del contexto y concepción de vida de las y los Zinacantecas.

La dirección utiliza tres sillas, que definen tres espacios por los que transitará su intérprete, espacios definidos por tres grandes cenitales, con apoyo de un ambiente rojo, juego de sombras en el ciclorama, hasta el frente en proscenio una calle llena de juncia, velas, rebosos al fondo en un perchero, son elementos escenográficos utilizados.

Al ser teatro de testimonio coquetea fácilmente con la presentación, un estilo de actuación emocional, que muestra situaciones y vivencias reales. La representación es utilizada también, pero de manera ingenua y débil al interpretar personajes que aparecen en la historia evocando los recuerdos.

El espectáculo es pertinente, no por el hecho de ser etiquetado y ofertado como teatro indígena, su aportación se encuentra en ser un montaje que habla sobre la situación de una mujer violentada y obligada a quedarse con el producto de una violación, sin cuestionar la instrucción que recibe, según cuenta la historia, al descubrir que está embarazada, quien (parafraseando a su abuela) le dice: «es una bendición, él te va a cuidar será tu brazo».

El mérito de la obra, según observo, potencializa entonces las discusiones actuales sobre el aborto y la libertad de elegir de las mujeres sobre su cuerpo, actualizando esta obra que fue estrenada en el 2013 y mantiene un discurso vigente por los movimientos feministas actuales.

La poética indígena está tan manoseada en las teatralidades regionales que ha perdido potencia y sentido, por lo que me parece significativo mencionar que su participación en la Muestra Estatal de Teatro, después de que Petrona de la Cruz fuera galardonada con la medalla Rosario Castellanos el 7 de agosto del año en curso, es aprovechada por el Estado como un acto a todas luces político como uno más a los que seguirá recurriendo por la ya asumida deuda histórica con los pueblos originarios.

Por lo tanto no suma al desarrollo artístico y esta vez el exceso de protagonismo de la Comisión de Cultura del Congreso del Estado, afecta el quehacer escénico en Chiapas, se vuelve un espectáculo en el que dicha Comisión, en su mayoría conformada por mujeres, revictimiza a la verdadera protagonista de la historia, utilizándola como artesanía y estandarte de hacer bien las cosas para la foto de las redes sociales.

No era necesario el despliegue de publicidad, Petrona de la Cruz ya había obtenido un reconocimiento más importante y contundente, la medalla Rosario Castellanos, por su labor incuestionable como activista, social, dramaturga y actriz, pero eso no es ni será lo que le importa a los burócratas, que no quieren avanzar en la visibilidad de la diversidad de la población en Chiapas, en sus políticas culturales y en el abono de la aprobación de leyes que sean en favor de las mujeres indígenas o no y sus derechos básicos.

Ante tal acto pierde toda credibilidad de búsqueda escénica y acertadamente se vuelve una acción política correspondiente a la actividad que bien realiza Petrona de la Cruz, por eso reitero la celebración de su participación en la Muestra Estatal de Teatro, con admiración y respeto a su trabajo, como activista.

Desafortunadamente este acto político, deja en desventaja a otras manifestaciones escénicas que buscan poéticas, discursos y ordenamientos escénicos diversos, dentro de la misma Muestra Estatal, que tiene como objetivo seleccionar al montaje que representará al estado de Chiapas en la posible gira FORCAS (Veracruz, Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo) el próximo año.

Este montaje obtuvo la mención honorifica por un jurado integrado por Karina Eguia y Jorge Zárate y en caso de ser requerido será la obra representante del estado de Chiapas ante los estados del Sur Sureste, razón por la cual es fundamental recalcar que nada tiene que ver un proceso artístico con las deudas históricas que tiene el Estado, son acontecimientos diferentes que al seguir románticamente, y por ya varios y cansados años, celebrando a unos deja en desventaja a los otros. Basta ya de oportunismos y dejemos de pensar en Chiapas solo en términos de poéticas indigenistas que nos subsume en un retroceso teatral y le resta complejidad a las emergencias y lenguajes que han surgido en el teatro chiapaneco los últimos años y que buscan dar identidad a una región multicultural y diversa.

 

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