El casi extinto arte de «revivir» a los santos

El oficio del restaurador de santos es una de las prácticas tradicionales de los mexicanos, sin embargo, con las facilidades de la venta y compra de piezas de plástico actualmente, cada vez son menos los fieles que le dan un valor simbólico

FOTOGRAFÍAS: Ariel Silva
TEXTO: Cristian Jiménez

[dropcap]U[/dropcap]n oficio que, como muchos otros, se encuentra en peligro de extinción: el restaurador de santos es un personaje que se niega a desaparecer. Se ha perdido la fe en esas pequeñas figurillas, como se ha perdido por casi cualquier cosa que se pueda reparar.
Hoy, ya nada se repara, todo de desecha, se tira a la basura cuando ha perdido su valor o cuando empieza a ejecutar mal la función para la que fue diseñado. Pero ¿un santo hecho de barro o de yeso, roto, habrá dejado de servir? ¿Un santo sólo sirve cuando parece bien pintado, cuando está completo o cuando es nuevo? ¿Y la fe? los valores que lo hacen especial están en manos de los dueños.


«Ya la gente no compone sus santos. Compra nuevos, le sale más barato», dice Carlos Méndez, el artesano que se encarga de traerlos a la vida de nuevo.
Parte fundamental de estas piezas es el valor simbólico que los creyentes depositan sobre ellas. Como parte de las tradiciones religiosas, el conservar las figuras de los santos es una muestra de fidelidad; aún hay casos donde dichas piezas son heredadas a nuevos dueños o donde son patronos de casa o barrios.
Sin embargo, parece que muchos de ellos han perdido la batalla y con todo su poder milagroso terminarán en el basurero. «Ya no es negocio, pero me niego a quitar mi taller», dice el hombre, orgulloso por ser un sobreviviente de una época que ya no es más.
Aún es común encontrarse los altares comunitarios en espacios como mercados o barrios, dentro de olvidadas iglesias, o nichos familiares, en repisas altas donde los niños y las mascotas no puedan alcanzarlas y a veces empolvándose en las bodegas familiares, desapareciendo en el olvido.
Mientras en algunas casas se celebran fiestas en honor a los santos que representan estas imágenes, en otras son sustituidas por piezas de plástico o simplemente desechadas. Al final, el valor depende del dueño.
En épocas navideñas es cuando estos artesanos suelen tener más trabajo; se encargan de pegar, pintar, remendar y revivir a estas imágenes, para que, una vez más, cumplan su función de reforzar las creencias de los fieles.

 

 

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