En la Mira / Hector Estrada

Rómulo Farrera y su previsible descarte electoral

El muy anticipado «autodescarte» del empresario Rómulo Farrera Escudero para contender al gobierno de Chiapas en 2018 no resulta tan inesperado. Su repentina irrupción dentro de la contienda prematura para gobernar la entidad chiapaneca durante el siguiente sexenio siempre tuvo de fondo intereses que están mucho más allá de los asuntos electorales u ostentar el título de gobernador constitucional.
Farrera Escudero siempre ha sido, ante todo, un hombre de negocios. Para la familia Farrera sus empresas son, sin pensarlo, el mayor de los tesoros y prioridades. Y no habría por qué poner en tela de juicio semejante visión cuando se alude a uno de los tres empresarios más destacados e importantes de Chiapas. Un personaje que, a juicio superficial, no ganaría nada con incursionar en el desgastante sistema político estatal.
Pero es justo ahí donde se encuentra el meollo de tan desconcertante entrada y salida de Rómulo Farrera a la contienda por la gubernatura chiapaneca: en su férrea determinación por garantizar la rentabilidad y bienestar de sus empresas, a costa de lo que sea necesario. Y si las vías políticas eran camino promisorio para destrabar negocios o revertir posturas gubernamentales adversas, la posibilidad de explotar una amenazadora candidatura independiente, con todo el peso económico detrás, era más que factible… Finalmente, no se estaba descubriendo ningún «hilo negro».
Y es que, tras algunas diferencias y distanciamientos con Manuel Velasco Coello, durante el segundo y tercer año de gobierno, la situación del Grupo Farrera con el Gobierno de Chiapas se había complicado de alguna manera. La falta de acuerdos y contantes desencuentros de posturas sobre cuestiones coyunturales no tenían las cosas tan tersas como «siempre». Por eso hubo necesidad de mostrar el «músculo de poderío»… por eso el tan conveniente anuncio de una estrepitosa candidatura independiente.
La decisión no fue errada. La posibilidad de que Rómulo Farrera contendiera a la gubernatura en 2018 fue tomada, desde el primer momento, como un asunto de seriedad para gobierno verde y sus planes de trascendencia hacia el siguiente sexenio. El empresario chiapaneco significaba una oposición sólida para el candidato oficial que, si bien no tendría asegurado el triunfo en las urnas, si representaba un elemento de innegable incidencia o determinación en los resultados finales. El mecanismo de negociación estaba destinado a ser efectivo.
Ya antes no habían resultado los planes para apoderarse del control del resto del sector empresarial en Chiapas, que terminó envuelto en sendos enfrentamientos con el Grupo Farrera tras el desmoronamiento de la iniciativa «Alcalde ¿Cómo vamos?». En ese momento, la molestia de don Rómulo fue tal que esa misma semana instruyó la inmediata desincorporación de sus empresas de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo (Canaco Servytur) de Tuxtla Gutiérrez.
Pero hoy las cosas lucen distintas; los acuerdos parecen finalmente alcanzados y la necesidad de una desgastante candidatura independiente resulta ya francamente innecesaria. En el marco de su evento de descarte, el propio empresario aseguró ante medios de comunicación que venían nuevos grandes proyectos en Chiapas para el Grupo Farrera (nuevas agencias de autos, hoteles y hasta una nueva plaza comercial) que requerirán de la total atención del empresario ante una candidatura independiente para la que simplemente «no habían condiciones»… así las cosas.

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