En la Mira / Hector Estrada

La ineficiencia del IEPC y la desesperación verde

Dos hechos importantes evidenciaron este miércoles el escenario político del proceso electoral en Chiapas, donde nuevamente quedó demostrada la ineficiencia del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) y las acciones evidentemente desesperadas de los candidatos a la alcaldía tuxtleca para ganar credibilidad y votos de última instancia.
El primer hecho bochornoso para el ejercicio democrático en la entidad se suscitó en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) quien terminó por revocar el acuerdo local avalado por el IEPC para permitir a los partidos incumplir con las regulaciones en materia de paridad de género.
Para que se entienda mejor la vergonzosa situación; resulta que pese a la disposiciones federales que obligan a los partidos y órganos electorales a garantizar el registro equitativo de candidatos (50% hombres y 50% mujeres), en Chiapas simplemente se decidió pasar por encima de ese mandato a fin de evitar otorgar a mujeres candidaturas ya pactadas para varones.
El desacato fue tan descarado que en la entidad chiapaneca la presencia femenina en las candidaturas a cargos municipales para el actual proceso electoral apenas alcanzó el 24.61 por ciento, pues fueron postulados 803 hombres y tan sólo 264 mujeres.
Dentro de los ejemplos más destacados expuestos por la Sala Superior del TEPJF sobresale la situación del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) quien sólo registró a 13 mujeres entre las más de 160 candidaturas disponibles, al igual que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que registró a únicamente a 14 candidatas.
De esta manera y por orden del Tribunal Electoral, desde este miércoles, los partidos en Chiapas tendrán 48 horas para sustituir sus candidaturas a efecto de cumplir con la paridad horizontal y vertical que marca la ley electoral y que, claramente, no se cumplió a cabalidad en la entidad chiapaneca.
Con el resolutivo del TEPJF nuevamente se deja de manifiesto lo ineficiente y manipulable que resulta un organismo responsable de organizar, realizar y fiscalizar las elecciones como lo es el IEPC. Decidió pasar por alto y no previó la intervención de Tribunal Electoral en un evidente desacato a la ley federal, por lo que ahora tendrá que reparar el error a sólo 10 días de la elección.
El otro hecho fue protagonizado por el candidato del Partido Verde a la Presidencia Municipal de Tuxtla Gutiérrez, Luis Fernando Castellanos Cal y Mayor, quien a sólo una semana y media de las elecciones decidió acudir a la Procuraduría General de Justicia del Estado de Chiapas para interponer una demanda contra Yassir Vázquez Hernández por los presuntos delitos de Desvío de Recursos, Fraude y Corrupción.
Aunque es inapropiado juzgar las razones de fondo que lo motivaron a interponer esta demanda, lo que sí resulta cuestionable es el momento o coyuntura en el que el ahora candidatito a la alcaldía tuxtleca ha decidido actuar de esta manera.
Fernando Castellanos nunca se pronunció en contra de Yassir Vázquez durante los más de dos años que fungió como diputado local, guardó silencio ante el endeudamiento de la ciudad por el proyecto «Que Viva el Centro», aprobó la deuda estatal de Juan Sabines Guerrero y levantó la mano de Vázquez Hernández cuando este fue electo líder estatal del Partido Verde Ecologista de México en Chiapas.
Sin embargo, la mayor incoherencia de Castellanos Cal y Mayor se encuentra dentro de su propia planilla que ha integrado como candidatos a regidores a dos figuras involucradas con Yassir Vázquez y la obra de remodelación al centro de Tuxtla Gutiérrez. Ahí están personajes como Felipe Granda, regidor y sustituto de Vázquez Hernández durante su administración, además de la esposa del propio responsable de la controversial obra.
Más allá del destiempo en que ha decidido acudir a las acusaciones contra el ex alcalde tuxtleco, las acciones de Fernando Castellanos huelen a «medidas desesperadas» de mira a los últimos días de campaña. Deja una clara lectura política sobre uso de recursos extremos para conseguir la credibilidad que su campaña no ha logrado durante más de dos años en propaganda casi permanente.

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