En la Mira / Hector Estrada

El Tuxtla que no se rinde

Sin temor a equivocarme, este sábado los tuxtlecos fueron testigos de una de las movilizaciones ciudadanas más inspiradoras de las que se tenga memoria en la capital chiapaneca. Por supuesto que me refiero a la que partió a eso de las cinco y media de la tarde del sitio donde alguna vez se erigió la emblemática Fuente Mactumatzá.
Escribo sobre esa congregación de ciudadanos, mayoritariamente sin afiliación partidista, que llegaron por su propia voluntad, donde no hubo necesidad del «viajes especiales» del transporte público para llevarlos al lugar de la cita y mucho menos la colocación de pulseras o listas de asistencia para uniformarlos.
Dedico estas líneas a esa marcha con tantos rostros conocidos y varios más desconocidos que llegaron movidos por la voluntad personal, pero sobre todo por una causa en común. A ellos, a quienes no importó las inclemencias del tiempo para detener su paso, pese a los oídos sordos de los poderosos.
Esa marcha fue nutrida por la convicción. Fue movida por el más puro ejercicio de ciudadanía. Quien se atreva a reducirla a una movilización partidista no puede ser más que un deshonesto y cobarde. Porque habla desde la ignorancia o conveniencia. Porque no estuvo ahí para verlos caminar bajo la torrencial lluvia fría.
Porque no los vieron avanzar sin detenerse ante el viento de la tormenta que hubiera ahuyentado a muchos menos convencidos. Porque no los escucharon gritar casi afónicos. Porque no los vieron caminar empapados varias cuadras hasta el corazón de la ciudad. Porque no vieron a los automovilistas y peatones detenerse para mostrarles su apoyo.
Ahí no hubo elementos de tránsito o unidades de emergencias que les dieran protección. Las autoridades los abandonaron a su suerte, dieron la espalda a los ciudadanos por razones que parecen obvias.
Quienes fueron testigos como meros espectadores entenderán perfectamente semejante descripción aquí expuesta. Comprenderán cada línea, que sin duda quedan cortas ante lo vivido esta tarde. Porque ni las imágenes capturadas del momento pueden trasmitir por sí solas ese pasaje de la historia democrática en Chiapas.
Los que desacreditan un hecho semejante que debería hacerlos sentirse orgullosos lo hacen porque no estuvieron ahí o simplemente por una burda conveniencia que debería llenarles las entrañas de vergüenza.
Porque las movilizaciones ciudadanas de los últimos días son valiosas justamente por eso, por ser ciudadanas. Van más allá de Francisco Rojas Toledo o el Partido Acción Nacional. Van más allá de fanatismos y la simple lucha por la alcaldía o el poder.
Las movilizaciones son muestra de una sociedad con la sensación de haber sido agraviada, ofendida y burlada por quienes hoy tienen el poder político en sus manos. Ya quisiera cualquier partido político en Tuxtla Gutiérrez tener tanta capacidad de convocatoria. No señores, no se confunda. Ahí quienes engordan las marchas son los ciudadanos sin compromisos políticos.
De la otra marcha preferiré no hablar para evitar controversias y restar importancia a lo sucedido durante la tarde. Para ese hecho las imágenes, los testigos y las pruebas expuestas en varios medios alternativos hablan por sí solas. Finalmente, ha quedado claro que en Tuxtla los ciudadanos consientes son más.

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