En la Mira / Hector Estrada

Con medalla ambiental Velasco premiará a un gobierno represor y asesino

Pude haber sido yo. Pudo haber sido cualquier compañero periodista, defensor de derechos humanos, activista, líder social, persona de la diversidad sexual o crítico del gobierno represor de Patrocinio González Garrido quien perdiera la vida en aquel episodio oscuro de la historia de Chiapas.
Patrocinio González Garrido es, sin duda, uno de los gobernantes intolerantes y represores más sangrientos de Chiapas. En su haber pesan alrededor de 50 asesinatos. Tres contra periodistas y al menos 13 contra personas de la diversidad sexual, todos ellos documentados por organizaciones como Amnistía Internacional.
No indignarse ante el cinismo del Congreso de Chiapas y las declaraciones del presidente de la Mesa Directiva, William Olwaldo Ochoa Gallegos, quien catalogó a González Garrido como «un hombre comprometido con la igualdad y el estado de derecho en Chiapas», resulta francamente imposible. Patrocinio González Garrido es un asesino impune y premiarlo por el mérito que sea resulta insultante.
¿El resurgimiento abrupto de reivindicación para convertir a González Garrido en un «falso héroe estatal» tendrá relación con la designación de Josefa González como próxima titular de Semarnat? o ¿cuál es realmente el trasfondo de tan desconcertante premio ordenado por Manuel Velasco al Congreso de Chiapas?
Y por eso va de nuevo el argumento. Si bien se trata de una condecoración por aportaciones hechas en materia ambiental, no puede desvincularse de los antecedentes que giran en torno al personaje. Se trata pues de uno de los máximos galardones entregados por el poder legislativo, responsable de garantizar el respeto y cumplimiento de los Derechos Humanos, y la dignidad como base fundamental de las garantías universales.
Por eso resulta tan inadmisible y altamente ofensivo un premio como el que se pretende otorgar la próxima semana. Patrocino González dejó manchado de sangre su paso por la historia de Chiapas. Sobre sus hombros pesan graves acusaciones respecto al asesinato de tres periodistas y al menos 15 personas homosexuales.
Sus vinculaciones con el asesinato del periodista Roberto Mancilla Herrera, ejecutado a tiros en febrero 1993, cuyo busto se encuentra en el Parque de la Libertad (justo a un costado del Congreso de Chiapas), permanecen como testimonio fiel de lo sucedido durante el paso de González Garrido por los estratos del poder.
En los expedientes oscuros, del ex Secretario de Gobernación durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, también yacen los nombres de los periodistas Humberto Gallegos Sobrino y Alfredo Córdoba Solórzano, asesinados en 1989 y 1990 respectivamente. Y como pasar por alto una de las cacerías homofóbicas más escandalosas de las que se tenga registro en México.
Todo parece indicar que, a pesar de las manifestaciones en contra por parte de organizaciones civiles, periodistas y defensores de derechos humanos, el Congreso de Chiapas y Manuel Velasco Coello van a consumar la entrega de la medalla. Lo hará más allá del sentir ciudadano; más allá de las heridas sociales. Por una sencilla razón, no le importan nada… así las cosas.

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