En la Mira / Hector Estrada

Últimos caprichos de Velasco amenazan a la Unach

Es innegable que serán el gobernado en funciones o el electo los finalmente decidirán el nombre de quien relevará a Carlos Eugenio Ruiz Hernández en la rectoría de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), nunca ha sido de otra manera. La fantasía de que es la Junta de Gobierno quien elige a los nuevos rectores es sólo un espejismo para legitimar una decisión evidentemente unilateral.
Y es justo ahí donde está el fondo del asunto. ¿En manos de quién estará esta vez la decisión de tan importante cargo para la educación superior en Chiapas? Las postulaciones extraoficiales y los nombres puestos sobre la mesa para «contender» dentro del proceso interno son tan diversos como los intereses que existen detrás de la propia elección.
Se trata de un proceso plagado de sospechas, poca claridad y muy distante al verdadero sentir de una comunidad universitaria a la que, como en otros años, no le ha quedado de otra que permanecer espectadora ante los jaloneos, negociaciones y negociaciones dentro de las cúpulas del poder.
La convocatoria se abrió desde el pasado 18 de octubre para dar espacio a las postulaciones oficiales y, hasta el momento, son sólo dos personas quienes han oficializado sus candidaturas. El resto, los que parecen tener las principales cargadas políticas a su favor, permanecen entre los rumores y las especulaciones a la espera de «indicaciones» para confirmar sus aspiraciones.
Como ha sucedido dentro de las administración estatal, lo últimos cuatro años para la Universidad Autónoma de Chiapas han sido catastróficos. No sólo ha habido un estancamiento en la creación de nueva infraestructura universitaria, actualmente la UNACH enfrenta una de sus peores crisis financieras de las que se tenga memoria.
La gestión de Ruiz Hernández, impuesto a capricho de Leticia Coello de Velasco, ha sido devastadora para la estabilidad financiera de la Autónoma de Chiapas. Elevó la deuda institucional de 300 millones a mil 700 millones de pesos, suspendió importantes festivales y ferias, desató serios conflictos internos que provocaron inestabilidad y paralizó los grandes proyectos de desarrollo universitario.
Se convirtió a la larga en un capricho de la familia Velasco Coello que costó bastante caro a la vida universitaria. Es justo ahí donde los focos de alerta se han encendido nuevamente. Lo que parecía una broma de mal gusto hace unas semanas se ha fortalecido como rumor durante lo últimos días.
Los rumores emanados desde el equipo de Morena y el gobierno entrante advierten «todas las fichas cargadas» a favor José Antonio Molina Farro como futuro rector. Sin embargo, las presuntas intenciones de Velasco para decidir sobre el tema e imponer en la rectoría a otro de sus turbios alfiles han desatado inevitables voces de indignación y preocupación.
La insistencia de personajes como Enoc Hernández para filtrar su nombre entre los aspirantes, «medir las aguas» y colocarse entre los reflectores resulta verdaderamente fuera de toda proporción y carente de vergüenza. Se trata de personajes estrechamente ligados a la corrupción, abusos e irregularidades de los últimos seis años que no pueden tener dentro de la UNACH un premio de gratificación transexenal.
La Autónoma de Chiapas ha pagado las consecuencias del desastroso gobierno encabezado por Velasco Coello. El gobernador electo, Rutilio Escandón, no debe permitir que la máxima casa de estudios en la entidad sea colocada como ficha de cambio sobre la mesa de negociones para la transición, pues hacerlo sería imperdonable y un duro golpe para el futuro inmediato de la universidad.
La Autónoma de Chiapas necesita sacudirse los vestigios de un gobierno que tanto daño le ha hecho. Requiere de una figura respetable, emanada de la academia o el servicio público, con verdadero compromiso y capacidad de gestión a favor del desarrollo universitario. La rectoría de la UNACH es un asunto que requiere seriedad y respeto por el bien de la educación superior y del futuro de Chiapas… así las cosas.

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