En la Mira / Hector Estrada

Cambio climático: comienza desaparición de lagunas chiapanecas

[dropcap]L[/dropcap]as imágenes de los Lagos de Montebello con niveles de agua críticos y la laguna de Metzabok, en Ocosingo, completamente seca, han puesto nuevamente sobre la mesa de discusión una problemática latente que parece avanzar de manera silenciosa, entre el desinterés, la ineficacia y la omisión de autoridades ambientales que poco o nada han podido hacer para detener las consecuencias.
Y es que, la tala inmoderada, la sobreexplotación de mantos acuíferos y disminución de precipitaciones han comenzado a tener efectos devastadores sobre importantes áreas naturales de Chiapas que hace sólo unos años eran considerados emblemáticos paraísos naturales de la entidad.
Lo sucedido en lagos de Montebello son el ejemplo reciente más popular. De acuerdo a datos de seguimiento elaborados por pobladores y organizaciones ambientalistas, durante los últimos 10 años los lagos de dicha reserva natural han presentando un decremento progresivo en sus niveles de agua, alcanzado su punto más crítico el presente año.
Lo ocurrido en Metzabok es aún más preocupante. Ahí la laguna ha prácticamente desaparecido. La disminución de la humedad en la región y la deforestación en zonas de interacción han provocado la desaparición del agua, dejando un escenario desolador cuyas imágenes se han viralizado en redes sociales.
Y no es para menos. De acuerdo a datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en los últimos 20 años las máximas temperaturas promedio en Chiapas han registrado un incremento promedio de cuatro grados centígrados. Junto a Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, la entidad chiapaneca se ha colocado como uno de los estados con mayores temperaturas, rebasando constantemente los 40 grados centígrados.
Al menos durante los últimos dos sexenios las políticas ambientales en Chiapas han brillado por su ausencia. Los gobiernos de Juan Sabines Guerrero y Manuel Velasco Coello heredaron una entidad con índices de deforestación descontrolados, solapando la tala y comercio ilegal de madera con daños irreversibles.
Actualmente se estima que el 90 por ciento de la madera comercializada en Chiapas es ilegal, es decir proviene de aserraderos clandestinos que talan arboles sin ninguna regulación. Según cifras de organizaciones no gubernamentales, anualmente en la entidad se comercializan 400 mil metros cúbicos de madera, de los cuales el 90 por ciento es de origen ilícito.
No se trata de un asunto menor. Chiapas es uno de los estados del país que más bosques y selvas ha perdido durante las últimas décadas, con un promedio de 45 mil a 70 mil hectáreas al año, lo que acelera la emisión de bióxido de carbono a la atmósfera, aumenta el calentamiento y la vulnerabilidad de las poblaciones. Y las evidencias están a la vista de todos.
Apenas hace solo unos meses una fotografía del río Lacantún, hecha por Santiago Arau, dejó perplejo a México. En la imagen se muestra la grave deforestación de la Selva Lacandona, con inmensas hectáreas convertidas en zonas agrícolas. Se trata de un escenario repetitivo en varias zonas de Chiapas donde los decretos y leyes de conservación ambiental han importado muy poco para los ecocidas y las autoridades omisas.
Hoy las consecuencia son evidentes. La contingencia ambiental por los numerosos incendios forestales en zonas rurales y los efectos denominados «islas de calor» en las áreas urbanas mantienen «en jaque» a miles de familias de Chiapas. Las condiciones se han vuelto críticas y con ello posible aplicación de medidas drásticas ha cobrado relevancia.
Resulta evidente que las leyes y autoridades ambientalistas han sido plenamente rebasadas. Se requiere hoy de un replanteamiento urgente a las medidas para reducir los efectos y resarcir, en lo posible, las afectaciones. Los tres niveles de gobierno deben sentarse a establecer un plan emergente que reduzca la contaminación urbana, reforeste la zonas afectadas, endurezca las penas judiciales y haga finalmente afectivos los castigos penales contra quienes dañen el medio ambiente. Es un tema de prioridad que no puede seguir esperando, pues el tiempo de agota… así las cosas.

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