Esclava sexual, realidad de la mujer migrante

La activista Patricia Chandomí señaló que la mujer migrante huye de la pobreza y violencia de su país y al atravesar la ruta migratoria se ve expuesta a más vejaciones

Mirena Mollinedo /ASICh

[dropcap]L[/dropcap]a mujer migrante sufre doble violencia durante su paso por la Frontera Sur, y obligada por las circunstancias, termina de esclava doméstica o de esclava sexual porque no tiene más opciones.
La activista Patricia Chandomí señaló que la mujer migrante huye de la pobreza y violencia de su país y al atravesar la ruta migratoria se ve expuesta a más vejaciones y abusos en su intento de cruzar a los Estados Unidos.
Antes de abandonar el hogar y la familia, de antemano asume que va a ser violada y víctima de trata, por lo que se ve obligada a inyectarse anticonceptivos para evitar quedar embarazada, afirmó en entrevista en la Jornada Feminista y Transformación Social en Chiapas, realizada el fin de semana en el Centro Cultural «La Enseñanza».
«La mujer migrante sufre doble violencia, una es el pago por cruzar la frontera sur, y la otra es el pago sexual, quieran o no quieran», señaló la doctora del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, de la Unicah.
«Asume que va a ser violada, asume que el cuerpo se convierte en una moneda de cambio, de negocios con policías, con autoridades; por decir, me protejo de 3, pero me libero que me violen 15, y el cuerpo se va convirtiendo en mercancía sexual en el intento de llegar a la Unión Americana.
Patricia Chandomí aseveró que la mujer migrante asume esta situación como única manera de sobrevivir –porque agregó- «o hago eso o me matan en la Frontera, porque se les persigue, se les amenaza», manifestó.
Aseveró que el cuerpo de la mujer migrante representa un peligro, porque además de que es víctima de la trata, también se ve expuesta a los feminicidios, como ha ocurrido en algunas ciudades, entre éstas, Tapachula y Tuxtla Gutiérrez.
«Son tan pocas las opciones que hay para ellas, que podemos ver el caso de las mujeres migrantes que trabajan en el servicio doméstico, ganan apenas 500 mensuales y con jornadas que rebasan las 14 horas diarias, entonces con tan pocos recursos para sobrevivir, o terminan de esclava doméstica o en la prostitución», señaló.
Cabe mencionar que de acuerdo a organizaciones femeniles, en la zona fronteriza ha ido en aumento el número de cantinas y burdeles en los que se ofrecen los servicios sexuales de niñas y mujeres.
Señalan que 21 mil mujeres centroamericanas son prostituidas en mil 552 bares de Tapachula. A estas mujeres sus tratantes las vendieron en 200 dólares cada una, en su mayoría menores de edad, revela un estudio de la organización internacional Ecpat. ASICh

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *