Escondido tras de una banca

Se levantan, tienden las camas, desayunan y hacen los deberes: barren, lavan su ropa y la tienden bajo el sol. Toman unas horas de clase. Al mediodía van a la capilla del albergue. Ahí estaba el pequeño Pedro: escondido tras de una banca, travieso, sin querer rezar.

 

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