Fiesta «arrecha» y tradicional en San Roque, la Ensarta de Flor de Mayo

Nuevamente uno de los barrios más antiguos de la capital se viste con flores de mayo, un intento por rescatar «el costumbre», una celebración que se vive entre marimba, pozol y cerveza

Daniel Torre/Portavoz

[dropcap]D[/dropcap]esde San Roque, uno de los barrios más antiguos de la capital, mujeres y hombres luchan por rescatar «el costumbre» y entre marimba, pozol, cerveza y arrechura reviven la Ensarta de Flor de Mayo, una de las tradiciones más representativas de la herencia zoque.
La calle fue tapada para la celebración y una marimba es la encargada de amenizar; bajo una carpa blanca que ocupa poco más de media cuadra se han instalado unas mesas para los invitados. Las mujeres van vestidas con ropas multicolores pero el rojo y el blanco son los que más destacan, son el destello de la tradición, la lucidez y el viejo recuerdo, la paz y la violencia.
Aunque se desvanece con el tiempo, sigue siendo una ejemplar tradición familiar, conviven desde adultos mayores hasta jóvenes y niños.
A las doce comienza el pozol: cinco mujeres y tres hombres comienzan a servirlo y repartirlo entre las personas asistentes. Como es costumbre tuxtleca, la puntualidad se ve ausente, mientras esperan impacientes algunos comienzan la tradicional ensarta de «Joyyo Mayu».
Una niña se desespera al ver que no tiene la agilidad de las más grandes, quienes hacen ver fácil el enfilar la flor de mayo en las varitas de palma de coco, entonces opta por usar la aguja para tejer un collar; entre chascarrillos y cuchicheos, bajo el ritmo de los sonsonetes de la marimba, ponen las varas ya decoradas en un mochil o tol, el cual una vez lleno es llevado de inmediato al altar.
«Dice la licenciada que no va a poder venir, pero nos envía esta canasta repleta con flor de mayo fresca», expresa entusiasmada una señora dirigiéndose a una de las mesas donde hay cientos de flores.
Ya casi es la una y las cervezas se resguardan bajo el frío de la hielera; las mesas se llenan poco a poco y la marimba no ha cesado de sonar mientras algunas personas bailan, no obstante, terminar con todas las flores parece ser lo fundamental.
El ejemplo mayor de amor a la tradición lo pone una señora de edad avanzada; apenas llega se escabulle apresurada entre la multitud, más preocupada por iniciar con su labor que en saludar a la anfitriona, toma un bonche de flores y se concentra en ensartarlas con habilidad. Una vez terminado entrega su ramo, pide pozol y comienza a bailar.
«Somos jubilados, buscamos qué hacer y qué mejor que rescatar las tradiciones», dice con orgullo Patricia Pérez Jiménez quien cuenta que pertenecieron a un grupo de baile folclórico, las cuantiosas fotos viejas sobre la pared en las cuales se observa a un grupo de jóvenes con trajes regionales sobre un espacio escénico son muestra de ello; con nostalgia dice que ellos escenifican la vida tuxtleca y que buscan rescatar «el costumbre».
Conforme pasa el tiempo el altar se llena de flores, se cuida la simetría, la búsqueda ejemplar de lo perfecto, característica ambigua de la religión. Para esta hora La botana tradicional y las bebidas empiezan a llegar a las mesas. La marimba también toma su break.
Juan Miguel Soto Camacho comenta que ya llevan cinco años retomando la tradición tuxtleca, en la cual todos los domingos de mayo se reúnen en las casas anfitrionas y ofrendan sus ensartas de flores a la virgen, mientras bailan y festejan.
Son las dos y media, el jolgorio está apuntalado, las mujeres se colocan las flores en la cabeza, bailan y cantan al son de la marimba, las valientes van descalzas sin miedo a los pisoteos, «¡viva el costumbre!», se escucha entre gritos de algarabía; los cartones de cerveza se llenan de botellas vacías.
Eloy Oscar, miembro del Movimiento Ciudadano por la Cultura explica que la anfitriona Lucero Aguilar Paredes «Linda» es una de las principales promotoras de costumbres y tradiciones de Chiapas y de la cultura tuxtleca. También explica que las tradiciones se siguen viviendo, pero lamenta que las mayordomías zoques se estén extinguiendo, «nuestras tradiciones se viven así, entre familias, conviviendo, y queremos seguir viviendo así, en paz, sin politiquería barata; esto es muy de corazón de todos los ciudadanos tuxtlecos».
«Linda» ofreció un bailable tradicional y una representación teatral junto con sus amigas «La Tomasa, la gran arrecha», «La Chepa», «La Cande», «La reina del pozol», «La meca de la Chu», «La Rosi», «La Doris» y «La dama». En el acto retrataron hechos de la cotidianidad chiapaneca, como lo caro de los taxis, lo abusivo de los choferes de las rutas y la invasión tecnológica.
A las tres de la tarde los invitados seguían llegando, uno de los anfitriones dice «esto apenas está empezando, aún hay mucho que comer y beber y café con pan para la noche».

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