Galimatias / Ernesto Gmez Panana

Historia: Nuevos guionistas. Nuevos tótems. Nuevos héroes

Aunque sin referencia clara, la frase «La historia la escriben los vencedores» se atribuye a George Orwell. A esta se suma el concepto historiográfico positivista del siglo XIX que sostiene que los discursos de los vencedores son el vehículo para legitimarse y legitimar su propia versión de la historia.
La construcción del México post revolucionario inicia a mediados del siglo pasado: la «modernidad» de entonces trajo consigo la institucionalización de tótems a los que se aludía como referente-cliché-fetiche pero de lo que poco se acordaba la clase gobernante al momento de ejercer el poder.
Hidalgo, Zapata, Josefa o Juárez estáticos e idealizados. Romantizados pero muertos.
Tradicionalmente, cada presidente ha mostrado sus simpatías o preferencias históricas: Salinas era admirador de Zapata, De la Madrid de Morelos y López Portillo de Quetzalcóatl y la noche del 15 de septiembre era ocasión para conocer más de dichas simpatías o preferencias presidenciales.
La noche del 15 de septiembre de este año -primero de la 4T-, es fundamental para entender cómo se escribirá la historia que leerán nuestros nietos y nuestras nietas.
Hablamos de un presidente experto en retórica y persuasión directas, un hombre del que puede que haya quienes duden de su capacidad para gobernar pero que no pueden negar su genialidad ante la plaza: Más allá de la tradicional arenga para Hidalgo, Morelos o Allende, el presidente dio espacio para hacer menciones que refrescan, que renuevan, que indican la redefinición de nuestros tótems:
¡Viva Josefa Ortíz! Omito (yo) el «de Domínguez por innecesario y aplaudo la presencia femenina.
¡Viva Leona Vicario! Heroína, periodista, informante. Entregada a la causa al grado tal de dar a luz en una cueva, en Tierra Caliente, en medio de la insurrección, nombrada por el congreso bajo el hermoso y poco conocido título de «Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria». Plausible mención.
¡Viva el heroico Pueblo de México! Harto necesario mencionarlo: es ese pueblo el auténtico gestor de las transformaciones previas y el corazón que llevó a López Obrador a la presidencia, con la esperanza de que les cumpla. Con la esperanza de que no les falle. Es ese pueblo que, como entonces y también hoy, pone los muertos y al que se le debe el que hoy gobierne quien gobierna.
¡Viva las comunidades indígenas! Tal vez aquí habrían sumado mucho dos detalles extra. Llamarlos «naciones» en vez de comunidades y expresar la alusión en maya o en alguna lengua originaria ante la imposibilidad operativa de expresar todo en dos idiomas. Entiendo que no siempre se puede todo.
¡Vivan las madres y padres de la patria! Después de que al principio de su administración, fue criticado por solo mostrar héroes varones, es loable la expresión que reconoce en igualdad tanto a madres como a padres de nuestra nación mexicana.
En esta columna lo expresé hace ya algunos meses: estamos ante un escenario inédito. Nada está escrito, los riesgos son reales y la expectativa es inmensa.
Parte fundamental de lo que iremos viendo echa raíz en la construcción de nuevos símbolos, de nuevos mitos y de nuevos tótems. La novela está armándose y es sano -mucho- que nuevos guionistas estén a cargo de los próximos capítulos, y más sano es que -Viva la Libertad- sea el público -el pueblo- quién decida por cuantas temporadas desea que este nuevo equipo de escritores permanezca. Porque el público manda.

Oximoronas. Tres feminicidios en Chiapas en tan solo tres días. Urge el toque de queda. Es la solución.
Ningún varón en la calle sin razón justificada después de las ocho de la noche.
Mientras no paremos esto no tenemos nada que celebrar.

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