Honduras rompe silencio a «cacerolazos»

 La noche del domingo, Tegucigalpa se mantiene callada. El tribunal electoral otorga a Juan Orlando Hernández una ventaja definitiva tras finalizar el escrutinio especial, pero no lo declara todavía ganador oficial

Agencias

[dropcap]S[/dropcap]i bien es cierto que ver pocas personas caminando por Tegucigalpa en el último día de la semana es muy habitual -y casi ninguna después de oscurecer, por motivos de seguridad- no lo es tanto ver sus carreteras desiertas.
El motivo de esta situación atípica es el toque de queda vigente por el que se prohíbe, hasta el domingo 10, la presencia de personas en las calles en horas de la noche, de seis de la tarde a seis de la mañana.
La medida fue aprobada el pasado viernes para «mantener el orden y la gobernabilidad», según el decreto ejecutivo, tras las acciones violentas que se registraron en los últimos días por la demora en el anuncio de los resultados definitivos de las elecciones presidenciales celebradas hace ya una semana.
Tras fallos en el sistema de transmisión de datos y un vuelco de los resultados publicados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) a favor del actual presidente, Juan Orlando Hernández, el candidato de la Alianza de la Oposición contra la Dictadura, Salvador Nasralla, llamó a sus seguidores a manifestarse contra lo que considera un fraude electoral.
A lo largo de la semana, algunas de las protestas se tornaron violentas y se produjeron enfrentamientos -hubo varios muertos y decenas de heridos, más de 500 detenidos y saqueos a comercios-, por lo que el ejecutivo hondureño decidió declarar un toque de queda que hace recordar a la población catracha una situación que ya vivió en el golpe de Estado de 2009 contra el presidente Manuel Zelaya.
Algunas organizaciones como el Comité por la Libre expresión (C-Libre) denunciaron que esta medida «no ha sido publicada dentro de los cauces legales» debido a que el decreto fue firmado por el designado presidencial, Ricardo Álvarez, y no por el presidente Hernández, pese a que se encontraba en el país.
Pero el toque de queda continúa en vigor y la población pasó este domingo por su tercera noche de silencio recluida en sus casas.

Tarde de tranquilidad

Lo cierto es que a hora y media de iniciarse el toque de queda, algunas zonas de la capital hondureña como el Parque Central se veían este domingo tan concurridas -o incluso más- que cualquier otro día.
Walter Bejarano, que lleva más de 30 años vendiendo dulces, refrescos y cigarrillos en un puesto ambulante en el parque, apuraba en la tarde sus últimos minutos de trabajo.
«A las cinco y media, yo me marcho para llegar a mi casa en el barrio El Manchén antes de la hora», dijo a BBC Mundo.
Aseguró que ve menos transeúntes y clientes desde el viernes, motivado quizá por el hecho de que las tiendas -que suelen cerrar sus puertas en torno a las seis y las siete de la tarde.- lo hacen estos días hasta dos y tres horas antes.
Preguntado por su opinión sobre el toque de queda, Walter respondió escuetamente.
«Está bien, yo llego tranquilo a mi casa y nada más. Pero sé que hay gente que no está conforme…».
Y es que, aunque estos días se estén viendo en Honduras marchas multitudinarias de personas posicionándose públicamente sobre la crisis, aún hay muchas otras que prefieren no opinar y rehúyen cualquier tipo de pregunta.
«Mira, yo solo te diré una cosa. (Que) salga quien salga ganador, pero que recomponga esto. Que no sigan, porque los políticos son los culpables de lo que está pasando ahorita. Y nosotros, los pobres, somos los que estamos sufriendo esta situación».

«Cacerolazo»

17:15, hora local. Aún quedaban decenas de personas en la zona pero muchas otras ya se marcharon o esperaban al autobús o transporte colectivo para llegar a sus barrios y colonias antes de la hora límite.
Prefieren ir con tiempo suficiente porque saben de los numerosos cortes existentes en algunas de las vías principales de la periferia, donde se observan estos días numerosos grupos de policías y militares fuertemente armados.
Para las cinco y media, ya se veían carreteras céntricas sin un solo vehículo circulando. Pareciera que es casi medianoche, pero realmente aún casi ni empezó a oscurecer.
A las seis de la tarde, entró en vigor el toque de queda. Y en las calles, ya oscuras, no se veía un alma.
Las inmediaciones de los centros comerciales, que cualquier otro día estarían a rebosar de clientes que consideran el ir de compras un plan perfecto para el fin de semana, lucían oscuros y casi fantasmales.
Tan solo hay una convocatoria que amenazaba con romper el silencio que se apoderó del país: un nuevo «cacerolazo» promovido por la oposición como protesta y que en la noche del sábado fue secundado por miles de personas que sacudieron desde sus casas sus utensilios de cocina.
Este domingo, la convocatoria a través de las redes sociales era confusa y se hablaba de romper el silencio a las nueve o a las diez de la noche.
Además, una convocatoria paralela de partidarios del gobernante Partido Nacional añadió más incertidumbre al proponer celebrar desde casa «con cohetes, bubucelas y en paz» a las seis y las ocho.
Mientras tanto el Tribunal Supremo Electoral de Honduras (TSE) ha concluido la madrugada de este lunes el recuento de votos de la elección presidencial del 26 de noviembre, aunque sin proclamar oficialmente al ganador. El presidente del organismo, David Matamoros, ha anunciado que el «conteo especial» de las elecciones presidenciales hondureñas ya ha concluido y que, con el 100 por ciento de los votos contabilizados, el actual presidente, Juan Orlando Hernández, es el más votado, con una diferencia de más de 50 mil sufragios en relación al segundo clasificado, el líder de la Alianza de Oposición, Salvador Nasralla.

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