La desesperacin normalista y su origen de fondo / Hector Estrada

La exigencia de plazas magisteriales y la desesperación laboral con la que viven miles de estudiantes egresados de las escuelas normales en la entidad volvieron a tener repercusiones con la «vandálica» manifestación efectuada este miércoles por miembros de la Coordinadora de Estudiantes Normalistas del Estado de Chiapas (Cenech).
Haciendo uso de múltiples atropellos al derecho de terceros y graves violaciones a la ley, los manifestantes convirtieron por un par de horas al centro de la capital chiapaneca en un completo caos, donde de plano no hubo autoridad que al menos intentara detener los abusos cometidos contra particulares.
La lamentable escena desarrollada frente a la sedes del poder Ejecutivo y Legislativo de Chiapas, así como la del Gobierno Municipal, incluyó el secuestro de camiones de pasajeros, unidades de carga de empresas refresqueras, cerveceras, agua purificada y hasta vehículos oficiales de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Todo sucedió frente a la mirada de propios y extraños que presenciaron la descontrolada manifestación estudiantil que demostró la vigencia de un problema que sigue siendo atendido con soluciones temporales y superficiales, sin estrategias de fondo.
El problema que significa el examen de selección para asignar plazas magisteriales y la disposición de las mismas tiene su origen en principios tan básicos como el de la oferta y la demanda. En Chiapas no se generan tantos espacios laborales para docentes como la gran cantidad de egresados de escuelas normales que año con año se suman a la lista de espera.
Si bien la cobertura educativa aún es insuficiente, la realidad tiene que entenderse y asumirse tal cual. Actualmente la creación de nuevas escuelas es raquítica, anualmente no se habilitan muchos nuevos espacios magisteriales y la sustitución de docentes por jubilaciones resulta mínima en comparación con la demanda.
En su momento, las escuelas normales fueron creadas para cubrir la necesidad de docentes y nutrir a las nuevas escuelas carentes de personal educativo. No obstante, hoy la realidad es distinta, la exigencia de nuevos profesores se ha reducido drásticamente y no se requiere de numerosas producciones normalistas que ya no responden a las necesidades.
Desde hace años se ha expuesto una propuesta de solución que implicaría cerrar algunas carreras y escuelas normalistas o reducir drásticamente las matriculas, pero nada se ha concretado. Las escuelas normales siguen abriendo semestres de manera irresponsable como si de verdad existieran espacios de trabajo para sus miles de egresados.
Nada justifica los procedimientos violentos de los estudiantes este miércoles, no se puede responsabilizar al sistema educativo de su actuar, sin embrago, sí debe reconocerse que hechos como los de ayer y otras tantas manifestaciones similares son consecuencia de un modelo de formación y carrera magisterial que requiere ya de ajustes forzosos, por más dolorosos que parezcan.

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