La icnica Valladolid, un pequeño estandarte para Morena

Después de casi tres años, la histórica ciudad es una de las poblaciones de México que más tiempo lleva gobernada por el partido de López Obrador

Agencias

[dropcap]S[/dropcap]i el ideario político de López Obrador fuera una pared, sería la del Ayuntamiento de Valladolid; sobriamente encalada hasta el techo, cubierta de murales e invocaciones históricas y una bandera de México. Sin histrionismos. Una decoración a la altura de una ciudad con casi 500 años de historia. Y si la austeridad que pregona fuera un gesto, este sería el yogur bajo en grasa, que la alcaldesa abre en su despacho para almorzar.
En la tierra de los tamales torteados y los lomitos del mercado de La Muda, el gesto es tan desafiante como paralizar el nuevo aeropuerto.
Pero hay más. «Este teléfono lo pago yo», dice mostrando el celular. «El 90 por ciento de las llamadas son de trabajo pero se han suspendido todos los gastos superfluos del Ayuntamiento», presume Alpha Tavera, una de las alcaldesas más antiguas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
El 9 de julio de 2014 Andrés Manuel López Obrador fundó partido y un año después Tavera ganó las elecciones a la alcaldía de Valladolid, una ciudad de 80.000 habitantes, la segunda en importancia del Estado Yucatán. Tavera concluirá mandato en diciembre, tras casi tres años en el poder.
Desde su llegada al cargo se propuso seguir el ideario de su joven partido y veterano líder. Para empezar, con su victoria electoral logró dos hitos; ser la primera mujer en llegar a la alcaldía y terminar con el monopolio del PRI, que controlaba férreamente la región.
«Heredamos una administración quebrada- el anterior presidente municipal ha sido procesado por corrupción- y no pudimos hacer casi nada durante el primer año», explica Tavera. Ello le obligó a sacar dinero de debajo de las piedras y emprendió una fuerte campaña contra la corrupción. Terminó con los vales indiscriminados de gasolina, las dietas y las 26 líneas de teléfono utilizadas por funcionarios de los que nadie se acuerda. Subieron los impuestos y despidió a casi 200 empleados, de una plantilla de mil 300, conocidos como «aviadores», porque cobran pero nunca van a trabajar.
«A partir del segundo año llegó el dinero y hemos enfocado el presupuesto en las comunidades mayas más pobres, que dependen de Valladolid. Principalmente invertimos en pavimentación, iluminación, agua potable…y exigimos a los contratistas que los obreros sean del pueblo o que la comida la venda gente de allí…», resume con suavidad. «Hemos cambiado por focos led el 80 por ciento de las luces de la ciudad y se ha reducido en un tercio el gasto en la factura de la luz».
En estos casi tres años de gestión uno de los puntos ríspidos es la relación con los empresarios. «No han sido nuestros mejores amigos», dicen en el ayuntamiento. «No nos hemos entendido», resumen ellos.
Tavera, de 42 años y maestra de profesión, llegó al cargo de una forma tan atípica que retrata la forma de entender la política del hombre que lidera las encuestas para ser presidente de México. «Me había movilizado con otras maestras de Yucatán en protesta por la aplicación de la reforma educativa de Peña Nieto, que en realidad es una reforma laboral- matiza cada pocas frases- pero nadie nos hacía caso». «Así que aprovechamos que el licenciado (Obrador) estaba de gira por Yucatán para ir a su evento e intentar hablar con él. Finalmente, intercambiamos unas palabras y le dimos un escrito. Unos días después me llamaron para ofrecerme la candidatura a la alcaldía de Valladolid», recuerda.
Siguiendo con los símiles, si México fuera Valladolid, Cancún sería como Estados Unidos para la ciudad yucateca. De forma directa hacia allí se dirigen la mano de obra, los productos agrícolas y la poca industria de la zona. Hace 15 días, una empresa belga inauguró en Valladolid una maquiladora para la confección de uniformes que se venderán en Cancún y la Riviera Maya y que dará trabajo a 500 personas.
El modelo maquilador llena de gozo a la alcaldesa describiendo el proyecto, pero sobre salarios y la posibilidad de igualarlos a los de Canadá, como reclamó recientemente el líder de la izquierda, no se menciona nada en la zona.
De forma indirecta Valladolid se beneficia de su estratégica ubicación entre Cancún y Mérida. La ciudad vive la bonanza del turismo, tal y como ha sucedido a nivel nacional donde México ha pasado del décimo al sexto lugar en el mundo en número de visitantes recibidos y Valladolid es una de las beneficiadas de ese auge. Han aparecido decenas de hoteles y no hay tour turístico que no se detenga aquí.
En medio de la tensa renegociación del Tratado de Libre Comercio, la franquicia vallisoletana de Morena aplica una de las recetas apuntadas por Obrador contra el desasosiego: potenciar el consumo interno. «Los campesinos y artesanos saben producir a gran nivel, pero no saben vender. Por ello hemos trabajado para mejorar las semillas y eliminar intermediarios y el resultado es que hoy el 80 por ciento de los productos que se consumen en Valladolid provienen de la zona», sostiene Reyes Aguilar, encargado de fomento económico del Ayuntamiento.
Sin embargo, según el priísmo, el florecimiento, llegó gracias a las mejoras en puerto Progreso una de las grandes obras del gobierno central, que reduce los costes de trasladar los productos a Veracruz y ha facilitado las exportaciones.
«El principal problema ha sido la improvisación y la falta de capacidad. Al comercio formal cada vez nos exigen más y con los ambulantes son cada vez más permisivos. La corrupción no ha terminado sino que simplemente ha cambiado de lado. Ha sustituido unos empresarios amigos por otros», dice Érika Beutelspacher, presidenta de los empresarios de Valladolid (Coparmex), que aglutina a unas 50 empresas y generan unos 2 mil puestos de trabajo. La gran mayoría de estas empresas están en manos de los Alcocer, Escalante, Sosa, Peniche…, un puñado de familias que tradicionalmente se ha repartido el pastel.
«Lo mejor que hizo fue pavimentar las calles y lo peor es que nos deja sin luz en la cancha de fútbol», dice Sebastián Manrique, que trabaja por las noches en el matadero. «Solo prende la mitad y no hay forma de lanzar los córner», bromea este joven de 20 años, sentado en el mercado ante cinco pibihua (plato típico) de La Bendición de Dios.
A diez semanas de la elección presidencial, el yogur y la alcaldesa surgen como un símbolo de Morena por mantener la línea- la física y la ideológica- ni más ni menos, que en tierra yucateca.

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