La misma gata pero tatuada

El Gato Negro es el fundador del proyecto La Gata, un acrónimo de Galería y Tatuajería. En él pretende mezclar los dos tipos de expresión de representación gráfica: el grabado y el tatuaje

Daniel Torre/Portavoz

[dropcap]A[/dropcap]l entrar al estudio, el venado huichol da una impresión de pérdida y shock mental. La simetría de sus figuras y lo raro de sus colores impone e invita a la contemplación, la consola despide un sonido de rockabilly punk a un volumen bastante moderado. En la pared izquierda se encuentran diversos grabados artísticos que se fusionan de manera ejemplar con el ritmo de las canciones de los Fresh Blood of Russian Psychobilly; del lado derecho 13 cuadros en simetría, unos con dibujos de caballos y otros con una fusión de culturas mexicanas y africanas; al frente cuatro cuadros coloridos de gatos caricaturescos.
El Gato Negro es el fundador del proyecto llamado La Gata, un acrónimo de Galería y Tatuajería. En él pretende mezclar los dos tipos de expresión de representación gráfica, el grabado y el tatuaje, explica que básicamente son lo mismo pero sobre diferente medio. En sus más de 20 años de experiencia él considera que el tatuaje ha evolucionado «de un tiempo para acá se ha vuelto algo muy cabrón, porque los tatuadores ya son bastante muy artísticos, sobrepasando incluso a la pintura».
A un año de la inauguración de la galería, dice que La Gata surgió por la necesidad de crear un espacio artístico, ya que él empezó a colaborar en talleres haciendo grabados e intercambios de obra en su paso por los estados de Zacatecas, Chiapas y Oaxaca. «A veces me llevo a la banda de acá para Zacatecas, a talleres de grabado, o viceversa», conforme pasó el tiempo el concepto se fue definiendo en primer lugar por crear un sitio artístico de obra contemporánea mexicana y en segundo plano, para dar promoción y vender obras.
«Lo mío desde siempre fueron los tatuajes», declara El Gato Negro quien desde los 15 años se inició en este arte. «Siempre estuve metido en los movimientos subterráneos, ahora imagínate esto, los años 90 donde no había internet, pues era bien difícil conseguir discos de punk, el único lugar donde encontrabas cosas así, es en el Chopo».
Fue ahí donde comenzó a interesarse en los estudios de tatuaje, aunque anteriormente los estudios eran lugares muy cerrados «no te permitían entrar a menos que te llevaras con el tatuador, aparte eran muy pocos».
La «banda» de los estudios vendía maquinas hechizas, así tatuaban afirmó. Él usó el motor de un walkman que le habían regalado y que se descompuso, y con la ayuda de un lapicero y una aguja para bordar chaquira, creó su primera máquina «y con esa, ¡a tatuar a la banda!».
Uno de sus tatuajes lleva la frase en inglés «Be yourself», es decir «Sé tú mismo», que ha utilizado como filosofía de vida.
El Gato Negro, estudió la licenciatura en Diseño Industrial la cual dejó por cuestiones personales y la gran huelga de la Universidad Nacional Autónoma de México. También Artes Plásticas, donde tras un cambio de maestros a quienes él considera elitistas fue expulsado a la menor provocación «no tenía apellido de prestigio, al primer pretexto me corrieron».
Su vida ha sido ajetreada y movida, cuenta que ha dado diversos talleres por varios estados de la República Mexicana llevando todo siempre de la mano con el tatuaje.
El área de trabajo de tatuajes de La Gata es un cuarto higiénico. Cuidan hasta el más mínimo detalle y trabajan con un profesionalismo digno y dado por la experiencia; en su salón el arte mexicano se aflora, una serie de grabados adorna la pared y un juguete de los voladores de Papantla crea una armonía en la sala de estar, donde María, Ángel Luna y El Gato Negro laboran el arte de grabar la piel.

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