Los temores del PRI y su eco en los estados / Eduardo Grajales

Diciembre será un mes determinante para los aspirantes a los puestos de elección popular a nivel federal y estatal, una vez que han sido definidas las candidaturas de los principales partidos políticos.
En el ambiente se respira una contienda reñida, donde cada vez se ven menos posibilidades de que el PRI repita en la Presidencia. Los datos son reveladores.
Por un lado, un Andrés Manuel que sigue creciendo en las encuestas que desde hace meses no lo bajan como puntero, manteniendo y ganando espacios en entidades otrora exclusivas del tricolor y haciendo propuestas controvertidas pero modernas que han atraído la atención de sectores antes reacios o inexplorados.
A esto se suma otro adversario peligroso para el priismo que sin duda les ha significado un dolor de cabeza por su demostrada capacidad estratégica, audacia en la construcción de acuerdos pero sobre todo por su sagacidad para remontar conflictos y pasar por encima del PRI, El Universal y hasta de los mismos ex presidentes panistas como Fox y Calderón.
Es Ricardo Anaya, el mismo que les arrebató gubernaturas decisivas y que actualmente trae el respaldo de 11 gobernadores y toda la estructura panista que -a reserva del microscópico grupo calderonista- está convencida que obtendrá excelentes resultados al posicionarla como segunda fuerza.
Lo anterior seguro es una preocupación para el presidente Peña, de su primer círculo y de los gobernadores que hasta ahora han mantenido una alianza con él.
Y es que claramente su gobierno, el despilfarro, la corrupción y la impunidad que lo han caracterizado seguirán siendo el eje central de la campaña de la izquierda radical y ahora de sectores de derecha que, desencantados por las reformas, utilizarán todo a su alcance para sacar al PRI de Los Pinos.
De ese tamaño debe ser el temor de los operadores presidenciales que desde Palacio y Congreso ya están haciendo lo propio para fortalecer a sus históricos aliados si es que la cosa sube de todo. Al Ejército, mediante la aprobación de una Ley inconstitucional como la de Seguridad Interior; y al Instituto Nacional Electoral mediante su presidente, que claramente ha demostrado parcialidad en su ejercicio.
Así que el ganador de la contienda lo hará a medida que logre transmitir la idea de que castigará los yerros de la administración actual y quizá hasta de su antecesora.
Sin duda a esta inquietud se irán sumando otras, como la de un posible rompimiento de la tensa calma que hasta ahora reina en un priismo que aparentemente ha demostrado total respaldo a la estrategia de Peña, quien les impuso un candidato externo que al no levantar provocará desbandadas letales.
No hay que echar de menos los típicos cobros de facturas de aquellos que fueron humillados y minimizados, como el sector magisterial, grupos del sector empresarial y dos políticos de peso como Mancera y Chong, hasta ahora obligados a guardar un silencio incómodo.
Tales reflexiones no pasan desapercibidas por esos gobernadores que pese a ser afines al presidente dudan que su estrategia sea correcta, al menos a sus intereses. No sería de extrañar entonces que en los días previos a la elección terminen tranzando acuerdos con el puntero para salvar su pellejo.
Es así como en el ámbito local, en esas entidades cuyas elecciones concurrirán con la presidencial las fuerzas políticas obligadamente tendrán que buscar a los mejores prospectos que les signifiquen votos, aun cuando estos no sean bien vistos por la cúpula tricolor. Así las cosas.

Dialectica902@hotmail.com

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