Mariachi, el oficio de cantar, animar y enamorar

En Chiapas también hay músicos que mantienen viva esta tradición mexicana y que están presentes en los momentos más importantes

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]D[/dropcap]esde hace 20 años, este músico ejerce el oficio de cantar, animar y enamorar. Ya han sido varias las historias de amor que su viejo guitarrón ha unido y también muchas las despedidas de las que ha sido un fiel testigo.
Miguel se acomoda el sombrero de ala ancha y entona la canción, deja que sus dedos se acomoden a las cuerdas y hace suyo el dolor –»un arroyo de olvido anegado, donde yo tu recuerdo ahogaré»â€“, despide la canción con el trago de un buen tequila.
«No siempre nos toca lo alegre, a veces hay que hacerla de acompañante, de psicólogo y buen amigo, así como el amor nos da vida un desamor nos duele, nos mata, pero nada que el mariachi y el tequila no puedan resolver», dice entre risas.
Su voz acapara el gusto del público, conquista a mexicanos y extranjeros. Miguel Marroquín y sus seis compañeros cuidan su imagen, conocen bien las raíces e identidad que portan con el pantalón de chaparreras doradas y botines bien lustrados; y no es para menos, si gracias a la percha y buena música han conquistado al público más exigente.
La noche es joven, son las diez y cuarto mientras Miguel dirige la Voyager hacia el punto de encuentro por excelencia, en una calle bien conocida en donde los músicos mantienen viva esta tradición.

Orgullo digno de representar

Por su abolengo, Miguel ya es un referente, desde muy pequeño comenzó su carrera musical, se integró a un grupo de mariachis y desde entonces ha hecho de la música regional mexicana su vida.
Aunque a su madre le hubiera gustado tener a un doctor en la familia, su amor por el oficio lo ha llevado a ganar amigos, conocer historias y despedir a seres queridos al son de una triste canción.
La buena compañía es lo que más le gusta del trabajo, ha hecho del mariachi su familia; para él, la remuneración económica es el plus a las enseñanzas que en cada contrato adquiere.
«Nos invitan a pedidas de mano, cumpleaños, bodas, despedidas de soltera, bueno de todo, hasta para comiditas sencillas para familias adineradas, ahí estamos, el chiste de esto es alegrarles el día, hacerlos felices por unos minutos.»
Portar el traje de charro no es simple gusto y tampoco obligación, señala que vestirlo no es cosa sencilla; es todo un arte, por ello es necesario portarlo bien. –»Los usamos de acuerdo al evento y al horario, en el día vestimos colores claros y en un evento más importante usamos el traje de gala»â”€.
Vestir como un buen charro sale caro y para este joven mariachi es difícil cambiar de atuendo cada semana. Sus primeros años de trabajo los usó para poder vestir como un buen charro, según relata, un traje llega a costar entre 4 y 5 mil pesos, y si es grequeado mucho más, pues son hechos a mano.

Ser mariachi no es cosa fácil

En punto de las dos de la tarde, este robusto y joven mariachi se sienta a la sombra de un laurel a esperar la llamada de algún enamorado o desesperado que necesite el servicio. La experiencia le ha enseñado a ser paciente.
Sin duda, la jornada diaria de un mariachi es complicada, llegan a trabajar hasta de 12 horas diarias y en algunos días, «no cae nada, ni un muertito».
Pero ni hablar del 10 de mayo, el 15 de septiembre o el día de la Virgen de Guadalupe, porque en fechas como estas hacen su agosto, su música y vestimenta cobran más sentido, tanto trabajo tienen que hasta echan de menos aquella esquina y aquel laurel.
«Esto tiene su chiste, la percha importa y sobre todo no hay que ser desesperado, algunos días son buenos otros malos pero mientras pescamos algo damos una repasada a las canciones porque eso sí, es necesario tener una buena memoria para aprenderte las canciones porque a veces te piden cada cosa y ni modo de no sabértela».
Estos músicos tienen un repertorio extenso, se saben más de 80 canciones y no sólo las viejas, actualizarse es una necesidad, en la Voyager y hasta en la ducha es necesaria una buena playlist.
Tras una llamada, Miguel cambia de ruta y en cuestión de minutos la camioneta negra hace su segunda parada en una casita rosa, bonita. Bajan Miguel y su viejo guitarrón; del otro lado de la calle sale a su encuentro un joven bien vestido acompañado de un ramo de rosas rojas.
Frente a aquella puerta negra, Miguel se acomoda el sombrero de ala ancha y entona la canción, deja que sus dedos se acomoden a las cuerdas y hace suyo el amor.

Historia del mariachi

El mariachi es mucho más que música de cuerdas, canto y trompeta. Es más que un traje de charro, amor, desamor, Pedro infante o José Alfredo Jiménez, aunque asociemos a nuestra tradicional música con miles de palabras e historia, su origen va mucho más allá.
Su nombre no proviene de una lengua indígena, ni del español antiguo, sino del francés. La teoría más conocida dice que proviene de la palabra francesa marriage, «boda» o «matrimonio», y que con el tiempo se transformó en la palabra mariachi.
Durante la época de la intervención francesa, los soldados comenzaron a referirse como marriage —matrimonio en francés— no únicamente a las bodas que presenciaban en tierras mexicanas, sino a la música que se tocaba en ellas.
Otra teoría dice que los indígenas de Cocula, Jalisco, empezaron a adorar a la Virgen, que llamaban María del Río, y en su nombre crearon un canto de alabanza que se leía María ce son o «la Canción de María» y al pronunciar /maría se/ se fue deformando a /maría she/ o /maría shi/ y, finalmente, derivó en mariachi.
Sin embargo, ambas hipótesis resultan rebuscadas para los investigadores, por esa razón, se dice que desde los años 1500, los historiadores aseguran que en 1533, Fray Juan de Padilla enseñó a la gente nativa de Cocula la doctrina cristiana usando la música española.
Los indígenas hicieron rápidamente el esfuerzo por incluir el violín y la guitarra en sus grupos y demostraron tanto talento para copiar los instrumentos que, tiempo después, el indígena Justo Rodríguez Nixen inventó la vihuela usando un caparazón de armadillo. Más tarde el guitarrón fue introducido usando tripas de animales como cuerdas. A lo largo de los siglos XVI y XVII, la música española comenzó a florecer en todo México y junto con la música nativa, dio paso a una mezcla de percusión mestiza y melodía que originó el mariachi.

Patrimonio inmaterial de la humanidad

En México cada 21 de enero se conmemora el Día Nacional del Mariachi, elemento básico de la cultura nacional, mediante el cual se transmiten valores, historia y legado.
En noviembre del 2011, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) nombró al mariachi Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su música tradicional y por ser elemento fundamental de la cultura mexicana.

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