#METOO, debate feminista de hoy

Esta campaña revolucionaria ha unido a miles de mujeres que alguna vez fueron acosadas, para señalar y desvestir a personajes poderosos; ha sido el centro de discusión en las redes sociales tanto a nivel internacional como nacional

Portavoz Staff

[dropcap]D[/dropcap]enunciar de manera pública el acoso sexual que sufren las mujeres por parte de un hombre no es fácil, más si todo apunta a quedar en el olvido; un simple testimonio en el que la vergüenza a quedar exhibidas y en ridículo es más grande que el poder de los hechos, del acto.
No obstante, esta vez no fue así. Después que en octubre pasado se pronunciara un cúmulo de acusaciones de abuso sexual en contra de un gigante de la industria del cine, Harvey Weinstein, surgió la campaña revolucionaria #MeToo, la cual ha unido a miles de mujeres que alguna vez han sido acosadas, con el propósito de señalar y desvestir a personajes poderosos.
A partir de ello, este fenómeno ha sido el centro de discusión en las redes sociales a nivel nacional. El debate ha derivado múltiples opiniones; los detractores dicen que en este movimiento feminista se confunden delitos graves con menores, y sin diferenciarlos, se aplica la misma medida para todos.
Asimismo, otros argumentan que se está victimizando a las mujeres y caricaturizándolas como seres débiles que no saben defenderse o manejar las situaciones incómodas.
La otra parte expone lo contario, que se les está empoderando para que se atrevan a contar sus historias, y que son capaces de distinguir entre un tocamiento obsceno e inapropiado por parte de un hombre a un roce accidental de un desconocido.

El debate

Catherine Deneuve fue una de las primeras personas en discrepar sobre la campaña. Ella, junto con un centenar de actrices francesas, firmaron una carta donde alertaban sobre los peligros de Me too.
El manifiesto comienza diciendo que la violación es un delito, «pero la seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista»; esto debido a su preocupación por el efecto que propiciaría la ola de denuncias de acoso desatadas en Hollywood y #balancetonporc (denuncia a tu cerdo) en Francia.
Afirman que dicho movimiento coarta la libertad sexual, y que hay hombres que han sido obligados a renunciar a sus puestos «cuando todo lo que hicieron fue tocar la rodilla de alguien o intentar robarse un beso»; a su vez, sostiene que estas iniciativas de acusaciones públicas «no dejan la posibilidad de responder o de defenderse».
Además, consideran que han convertido «la protesta legítima por la violencia sexual a la que están sometidas las mujeres, en particular en su vida profesional» en una «cacería de brujas».
Y agregan: «Como mujeres, no nos reconocemos en este feminismo que, más allá de la denuncia de los abusos de poder, toma el rostro del odio a los hombres y a la sexualidad», concluye el manifiesto de Deneuve y compañía.
Aunque en México el movimiento no desató denuncias públicas con repercusiones similares como en el país vecino, la discusión ha sido igual de trascendental, en concreto, después del debate en televisión nacional entre Martha Lamas y Catalina Ruiz Navarro.
La postura de Martha Lamas, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló que las francesas tenían razón en alarmarse por esta nueva postura «puritana», pero que fue muy desatinado expresarlo públicamente casi al mismo tiempo que #MeToo empezaba a ganar gran impacto y se escuchaban las experiencias de muchas mujeres.
«Hacer estas declaraciones justo después de la entrega de los Globos de Oro, con el discurso de Oprah, con toda la revoltura en el avispero de todas las mujeres que han denunciado el acoso y sobre todo han denunciado que para conseguir trabajo muchas veces tiene que haber intercambio sexual, fueron desafortunadas», espetó Lamas, de acuerdo con información retomada del portal Milenio.
De igual forma, opinó respecto a la idea de que las mujeres no siempre son víctimas ni los varones son victimarios: «También las mujeres han tenido ventajas, también las mujeres han usado su capital erótico para conseguir cosas, y a lo mejor los hombres pueden malentender esos mensajes», dijo.
Mientras que Catalina, periodista y fundadora del colectivo feminista Estereotipadas, mostró desacuerdo; sostuvo que la campaña no busca ir en contra del galanteo, simplemente insiste en que el acoso está en la intención, el contexto y la existencia o inexistencia de una desigualdad de poder entre las personas.
«El movimiento #MeToo en ningún momento ha ido contra el coqueteo. Creo que a todas las personas nos gusta sentirnos deseadas por las personas que nos gustan, todas tenemos una dimensión sexual, pero hay formas en las que eso se usa para hacerte sentir dominada y para que invadan tu cuerpo», expresó Navarro, según dicho medio.
Por su parte, la periodista Denise Dresser, posteó una infografía respecto al tema en su cuenta de Facebook, donde se expone que este tipo de movimientos no se crean para propiciar conflicto entre las mujeres; más bien se trata de abrirse al diálogo sobre los derechos que ellas poseen y que están protegidos por la ley y socialmente avalados; ni mucho de estigmatizar de «buena» o «mala» feminista por opinar diferente.
«Unas parecen dispuestas a perdonarlo todo; otras parecen empeñadas en criminalizarlo todo. Unas minimizan el acoso; otras lo exageran. Y así todas perdemos», se lee en uno de los recuadros de la imagen.
«Ahora resulta que hay «buenas» y «malas» feministas. Cuando el movimiento #MeToo ha ido demasiado lejos en su linchamiento a los hombres y no lo suficientemente lejos en la definición de acoso sexual y cuáles son nuestros derechos», escribe Dresser como pie de foto.
Las estadísticas también hablan; a nivel nacional, a 344 mil mujeres les han propuesto o insinuado tener relaciones sexuales a cambio de mejoras o beneficios en el trabajo, de acuerdo con los datos de la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016.
También, 178 mil mujeres sufrieron represalias en su contra, las castigaron o las trataron mal porque se negaron a tener relaciones sexuales en el trabajo. Y alrededor del 91.5 por ciento vivió algún incidente de violencia física o sexual a lo largo de su vida laboral, pero no solicitó apoyo a ninguna institución, ni interpuso una queja o denuncia ante una autoridad.

Antes de hacerse viral

Tarana Burke es la activista creadora de la frase «Me Too» («Yo también»), en la entonces red social, My Space. Su objetivo era infundir solidaridad entre las mujeres afroamericanas, para ayudar a aquellas que había sobrevivido a algún asalto o abuso sexual, en comunidades desfavorecidas.
En 1996 ella trabajaba en un campamento para niñas; fue ahí donde la idea se le vino a la mente después de haberse quedado callada al escuchar el testimonio de una niña que fue abusada por un familiar. El movimiento se centró en mujeres jóvenes que han sido víctimas de abuso, agresión o explotación sexual.
Para 2006, Burke lanzó esa iniciativa como parte de la organización Just Be Inc, de la que es fundadora. Aunque su prioridad se centra en «empoderar» a chicas jóvenes de color, su misión también abarca a las personas que se identifican como mujeres y a las que consideran no tener un género determinado.
Una década más tarde, sin conocer el antecedente, la actriz Alyssa Milano hizo viral las dos palabras en el marco de una campaña de concientización para manifestar que el problema persiste. Escribió en su cuenta de Twitter: «Si todas las mujeres que han sido acosadas o agredidas sexualmente hicieran un tuit con las palabras «Me too», podríamos mostrar a la gente la magnitud del problema».
Ahora, el movimiento también se ha extendido a la industria de la música, ciencias, academia y política. Uno de los casos más recientes, es el del reconocido periodista y analista político, Mark Halperin; denunciado por una decena de mujeres por acoso.

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