Misticismo, fiesta e identidad, la danza del Calala

Suchiapa es sede de una de las fiestas más representativas del territorio chiapaneco, que surgió desde la época prehispánica y que hoy es producto del sincretismo religioso y el ritual; una fiesta que conserva vivas las tradiciones zoques y da identidad a este municipio

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]C[/dropcap]ada año, durante los meses de mayo y junio, pueden verse desde lo alto los destellos del sol que cubren la piel dorada de los tigres que rugen con fuerza a las aguas que recorren la tierra del lugar que hoy mantiene viva las tradiciones zoques de Chiapas.
Suchiapa, a escasos 20 minutos de la capital del estado, revive año con año la costumbre de los habitantes antiguos que en el total desconocimiento de la evangelización veneraban a la tierra, el sol y el agua.
Sus habitantes protagonizan una de las fiestas más representativas del territorio chiapaneco y que ha dado identidad al municipio: La Danza del Calalá, una mezcla de ritos y alabanzas cristianas que nació en Suchiapa y que se ha extendido a las zonas en donde la cultura zoque tuvo asentamientos, como es el caso de Ocozocoautla, Chiapa de Corzo y Acala.
Una danza de raíces prehispánicas que pide por las buenas cosechas de junio a través de danzas orquestadas por el penacho del Gigante, que simboliza los rayos solares; la cabeza de una serpiente, que representa el agua; y el venado o «Calalá», que personifica la sabiduría de la tierra.
Esta celebración y cada uno de los elementos que la rodean, producto del sincretismo religioso, conservan la identidad de Suchiapa.

Historia

El origen de esta tradición –según los mismos lugareños– comenzó en el campo, en donde Lucano Toalá, oriundo de Suchiapa, pasaba como de costumbre. Ese día en particular, escuchó música a lo lejos, de inmediato la curiosidad se apoderó de él hasta llevarlo al lugar de donde provenían los sonidos, llevándose por sorpresa que dentro de un árbol, había una hostia, un panal y abejas danzando en derredor.
Asustado por lo que vio, huyó al pueblo para dar a conocer lo sucedido. Cuando los pobladores llegaron al lugar, encontraron a tigres, un venado y una serpiente adorando también al Santísimo Sacramento; algunos aseguran que el venado introducía el hocico y comía la miel que se encontraba dentro de la colmena donde estaba la hostia.
es de entonces, la danza se interpreta durante las festividades de Corpus Christi (Santísimo Sacramento del Altar) y en ella intervienen los personajes principales de la historia (el Calalá (Venado), el Gigantillo, Quetzalcoatl (la serpiente emplumada) de la misma manera hay una comparsa de tigres y chamulas.
También participan niñas representando a «las Reinitas» (las abejas que rodeaban el panal) quienes llevan ofrendas al Santísimo Sacramento a la Cofradía.

La danza

Durante la representación, el danzante que da vida al «Calalá» va adentro de un cilindro de un metro de diámetro por 70 de base, hecho de bejuco y otate, una gramilla parecida al bambú y cubierto con seis pieles de esa misma especie.
Mientras que el Gigante carga en la espalda un gran triángulo de plumas, una cola de pavorreal, cuya base es la cabeza de madera de una gran serpiente con las fauces abiertas, atuendo que se conoce como «carraca».
Los demás personajes son los tigres vestidos con mamelucos y máscaras de madera del tipo casco y en la base circular de la máscara cae un velo que cubre la cara y el cuello del ejecutante.
En la mandíbula inferior, el tigre tiene una abertura que simula ser una mandíbula abierta desde la cual surge la larga lengua, hecha con un trapo de color rojo.
El Gigantillo, que es personificado por un niño, viste ropa brillante y luce una corona de cuero o de madera, lleva en sus manos una ballesta y una honda con las que vence al Gigante –esta danza, está ligada con el cristianismo y la lucha entre David y Goliat–
Los bailarines realizan diversas danzas al son de una música ejecutada con flautas de carrizo y tambores de tronco y piel; tocan pitos de barro, mientras el «Calalá» saluda a los cuatro vientos, lanza un largo grito y golpea el cilindro para pedir la bendición de las cosechas.

Calalá actual

Actualmente, las danzas se realizan frente al santuario del Santísimo Sacramento, ubicado en la parte trasera de la Iglesia de San Esteban, donde el Calalá baila, asustando a los tigres, al mismo tiempo que huye de los chamulas.
Tal y como cuenta la historia, el Calalá lleva miel untada sobre el hocico; en tanto los tigres hacen un círculo lamiéndose y observando lo que pasa.
Los chamulas, sin darse por vencidos, persiguen a Quetzalcoatl, quien da bruscos giros mientras sostiene una espada impidiendo ser alcanzado.

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