Narcojuniors, una generacin de capos mas preparada, pero mas violenta

La detención o asesinato de los grandes líderes de los cárteles mexicanos está obligando a un relevo generacional. Ahora son sus hijos quienes están peleando el control de las organizaciones

Agencias

[dropcap]L[/dropcap]a detención o asesinato de los grandes capos mexicanos está obligando a un relevo generacional. Ahora son sus hijos quienes están peleando el control de las organizaciones.
Más allá de los hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán Loera, hay toda una serie de narcojuniors millennials, algunos en prisión y otros libres, para los que mantener el liderazgo y conservar las relaciones de poder que tejieron sus padres no será fácil.
El sello de esta nueva generación narco es que será «impredecible y volátil», afirmó a Infobae Carlos Flores, experto en temas de delincuencia organizada y académico del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
Son impredecibles porque no se sabe si serán ellos quienes realmente hereden el poder de sus padres. Se desconoce cómo será su liderazgo y sus acuerdos.
Son volátiles porque es incierto el tiempo puedan mantenerse al frente de sus cárteles ante las grandes disputas internas que libran por la desaparición del mapa de los líderes históricos.
La generación narco millenial, nacida en los ochenta y los noventa, es considera menos hábil que sus padres y por eso se prevé que sea también más violenta, a pesar de tener una mayor preparación académica.
«La evolución del negocio fue acompañada de la madurez de los principales actores: sus padres, en específico en Sinaloa. Ahora tienen todas estas herramientas tecnológicas de conocimiento, pero no tienen el conocimiento de campo, de la parte rural y son muy pocos los que se han forjado desde abajo», considera Carlos Rodríguez Ulloa, analista en temas de seguridad.
Como buenos millennials, son más públicos y usan las redes sociales en las que presumen sus lujos y excesos.
«Lo que está por decidirse es qué tanto están dispuestos a dejar de ser estrellas de YouTube y redes sociales», agrega.
En México el 75 por ciento de los negocios familiares no pasan a la tercera generación porque la segunda no supo conducirlos y, en el caso de los cárteles, Rodríguez augura que puede pasar lo mismo porque los millennials buscan la inmediatez, aún en el narco.
«Ellos están dando por sentado que van a heredar las redes de poder empresarial y gubernamental que tejieron los padres. Se sienten herederos naturales, pero no han trabajo todo lo de sus padres y corren el riesgo de que pase lo que pasa en las empresas de este país», reflexiona.
En la lista de la sucesión están los hijos de los líderes del Cártel de Sinaloa, los de los Beltrán Leyva, del Golfo y del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Algunos están en prisión, pero no existe garantía de que permanezcan ahí.

El linaje del narco

Dentro del Cártel de Sinaloa se libra en este momento la pugna más fuerte del crimen organizado. Dos de sus cuatro líderes están en prisión (El Chapo y Dámaso López «El Licenciado») y los dos que están libres, Ismael «El Mayo» Zambada y Juan José Esparragoza «El Azul» –quien no se ha confirmado si está vivo o muerto- están por llegar a los 70 años.
Por parte del Chapo Guzmán están sus hijos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, nacidos en 1983 y 1985, respectivamente, quienes presuntamente habrían dado su apoyo al «Mayo» para convertirse en líder de la organización. También está su medio hermano Ovidio Guzmán López, nacido en 1991, quien ha logrado mantener un perfil más bajo que el de sus hermanos. En 2012 fue señalado por el gobierno de Estados Unidos de formar parte de la organización criminal.
En la lista está también, Dámaso López Serrano «El Mini Lic», hijo de «El Lic». La DEA cuenta con un perfil psicológico en el que señala que apenas supera los 30 años de edad. Lo considera un «joven seductor» con ciertas tendencias a la sociopatía. Le gusta viajar a lugares paradisiacos, en los que conquista mujeres y usa múltiples negocios para lavar dinero procedente de las ventas de toneladas de droga.
Los hijos de Guzmán acusaron a su padre, Dámaso López, de haberlos emboscado en Sinaloa en febrero pasado para hacerlos a un lado ante una posible alianza con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). «El Mini Lic» no tiene buena relación con «Los Chapitos», presuntamente porque Iván Archivaldo consideró que su narco corrido era mejor que el compuesto para él.
López Serrano lideró en sus inicios una red de jóvenes al servicio del cártel, conocidos en las redes sociales como Grupo Ántrax o Los Ántrax. Es conocido por presumir su vida llena de lujos y excesos. Algunos analistas lo llegaron a considerar como el verdadero sucesor de El Chapo.

Los detenidos

En la línea de sucesión de los grandes cárteles están también los narcojuniors millennials que actualmente están tras las rejas, «pero que nadie nos garantiza que vayan a seguir así, ya pasó con Iván Archivaldo (Guzmán) que estuvo preso y fue dejado libre», alertó Francisco Jiménez Reynoso, analista de la Universidad de Guadalajara.
El de mayor rango es Rubén Oseguera González «El Menchito», hijo de Nemesio Oseguera «El Mencho», líder del CJNG.
Oseguera González fue detenido en 2014, pero en febrero de este año un juez le concedió un amparo para que se decrete auto de libertad por el delito de delincuencia organizada.
«El Menchito» nació en 1990 en San Francisco, California. De acuerdo con reportes de la Procuraduría General de la República (PGR), habría ordenado ejecuciones de integrantes de grupos antagónicos y podría estar relacionado con el crimen de más de 70 víctimas exhumadas de fosas clandestinas en noviembre de 2013 en el municipio de La Barca, Jalisco.
Se le acusa también de incursionar en la producción y distribución de cristal, así como de la venta de combustible robado en ductos de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
Otro más es Alfredo Beltrán Guzmán «El Mochomito», hijo de Alfredo Beltrán Leyva, uno de los líderes del cártel que lleva sus apellidos, es primo de «Los chapitos» y presunto responsable de su secuestro en agosto de 2016 en Puerto Vallarta, Jalisco.

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