Niños centroamericanos, «exiliados» del derecho a tener un hogar

Miles de menores de edad llegan a la Frontera Sur mexicana en busca de protección, pero muchos de ellos son deportados a los países de los que huyeron de la violencia. Expertos e informes apuntan que las autoridades no están cumpliendo al pie de la letra con las leyes que protegerían a los infantes

Sergio Rincón / Univisión Noticias

[dropcap]A[/dropcap]l no querer unirse a la pandilla, Edgar fue golpeado y amenazado de muerte. Sus días estaban contados, así que con 17 años encima decidió huir de Honduras, pero al llegar a México las autoridades le cerraron el paso.
Cuando estaba en el sureño estado de Oaxaca abordó un autobús, agentes de migración lo detuvieron y lo llevaron a una estación oficial, luego le dijeron que podía pedir asilo, pero el proceso tardaría. Finalmente fue deportado a Honduras, donde el infierno de las pandillas lo esperaba y, donde pudo contar esta historia a la organización Human Rights Watch (HRW).
Como Edgar, miles de menores de edad llegan cada año a la frontera sur de México intentando escapar de la muerte, sin embargo, entran a un país donde la ley que apoya a los refugiados no siempre se cumple al pie de la letra, así lo refieren varios informes y expertos en la materia.
La falta de cumplimiento a ley por parte de las autoridades mexicanas, así como la carencia de análisis de cada solicitante, está impidiendo que niños centroamericanos tengan protección en México, dijo Felipe Sánchez Nájera, integrante del Programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana, y quien participó en la creación de un informe preliminar sobre los refugiados en México.
«No sabemos si es de manera intencional, porque tendríamos que evaluar las acciones de cada persona (funcionario), sin embargo, sí podemos apreciar que estos niños están siendo deportados sin que haya una evaluación de su situación personal», aseguró Sánchez.
En su opinión, México no solo está deportando a los menores a sus países de origen sin siquiera conocer su situación, sino que además los «está deportando a un lugar donde posiblemente pueden perder la vida o se les puede violar otro tipo de derechos».

La falta de reconocimiento

El primer reto para los menores al pisar México es que las autoridades no siempre los consideran como refugiados, sino como migrantes indocumentados y los detienen, de acuerdo con un informe de Human Rights Watch titulado El fracaso de México en la protección de niños refugiados y migrantes de América Central.
HRW refirió que en 2015 llegaron 17 mil menores no acompañados a México, pero solo 52 fueron reconocidos como refugiados.
«El mayor problema en México no es el procedimiento (de asilo) en sí, sino el acceso al procedimiento», dijo un funcionario a la organización internacional, la cual documentó que en el país hay leyes e instituciones como la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) para atender a los refugiados, pero encontró «grandes discrepancias entre la ley de México y la forma en que se aplica».
«Niños que podrían cumplir los criterios para recibir asilo afrontan múltiples obstáculos a la hora de presentar su solicitud desde el momento en que son detenidos por el INM (Instituto Nacional de Migración)», explica el documento de Human Rights Watch.
Existe otra situación: que los niños al no saber sus derechos de protección, se asumen como migrantes y atraviesen solos México para llegar a EEUU, exponiéndose a los peligros y a la violencia del país, dijo a Univisión Noticias, Mark Manly, representante en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

La asistencia en México

Otro problema es que no hay garantías mientras los menores esperan ser reconocidos como refugiados. Leticia Gutiérrez Valderrama, directora general de Scalabrinianas Misión para Migrantes y Refugiados (SMR), dijo a Univisión Noticias que falta incluso el acompañamiento del gobierno cuando los niños son solicitantes, y también cuando ya son refugiados, pues las leyes no garantizan su integración a la sociedad mexicana.
«Hay mucho trabajo que el gobierno tiene que realizar. Esta tarea de la acogida, de la estancia de los solicitantes durante todo el proceso, pues somos las organizaciones de la sociedad civil o de la Iglesia las que estamos asumiendo su acompañamiento, con todo lo que eso implica: vivienda, alimento, ropa y otro tipo de requerimientos cuando se trata de situaciones más delicadas», aseguró Gutiérrez.
A esto se suman los riesgos de los cárteles mexicanos y de las pandillas centroamericanas que operan en México. «Hay casos donde ellos (los menores de edad) han visto a personas que identifican como miembros de las pandillas de sus países de origen. En estos casos los hemos reubicado», detalló Mark Manly, representante en México del ACNUR.
Al cuestionarlo si existen registros sobre asesinatos, muertes o suicidios de solicitantes de refugio, el funcionario del ACNUR explicó que no hay estadísticas al respecto, pero «seguro que ha habido casos».
Agregó que el gobierno y la ciudadanía todavía tienen mucho por hacer por los refugiados, pues «en muchos casos las personas ya han vivido situaciones de violencia en sus países de origen, entonces requieren un acompañamiento psicosocial».
A principios de junio el ACNUR lanzó la campaña Niñez que huye, la cual tiene el propósito recolectar 18 millones de dólares para poder apoyar a los menores refugiados que escapan de la violencia de Centroamérica. Durante la presentación, el actor mexicano Diego Luna declaró: «A mí me avergüenza muchísimo la hipocresía de mi gobierno. Muchas de estas familias (centroamericanas), muchos de estos niños son recibidos como criminales en nuestro país».

La crisis en la frontera sur de EEUU

A mediados de 2014, el gobierno de Estados Unidos informó que existía una «crisis» de menores no acompañados que fueron detenidos en la frontera sur de ese país. Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) cerca de 63,000 cruzaron la frontera de EEUU entre octubre de 2013 hasta julio de 2014.
Los niños y adolescentes de Centroamérica huyen principalmente porque están expuestos a asaltos, trabajo forzoso, explotación sexual y la trata de personas, de acuerdo con ACNUR. Pero en México muchos menores también huyen a Estados Unidos por la violencia.
«Los carteles de la droga, las pandillas y las organizaciones criminales están repartidos por todo el país, y cada vez más niños y adolescentes (de México y países de Centroamérica) son víctimas de ellos», dice el informe de ACNUR titulado Niñez y Migración en Centro y Norte América.

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