Pese al peligro, celebran planta de Cianuro en Durango

El proyecto abarca una superficie de 6.7 hectáreas de un predio de 25 hectáreas totales. Se pretenden destinar 5 hectáreas para la relocalización y reproducción de especies vegetales y autóctonas, detectadas en el sitio

Agencias

[dropcap]E[/dropcap]n el ejido El Siete, perteneciente al municipio de Gómez Palacio, Durango, el sábado 24 de junio la gente empezó a mirar decenas de camionetas que llegaban como desfile presidencial. Se dieron cuenta que se trataba del Gobernador José Rosas Aispuro y la Alcaldesa de Gómez Palacio, Leticia Herrera.
Los funcionarios no venían solos. Eran acompañados de directores de la empresa The Chemours Company, a quienes apenas 19 días antes, la sociedad civil organizada de San Luis de la Paz, Guanajuato, les había impedido instalar la planta en su territorio. En el Ejido El Siete, de cerca de mil habitantes, muchos de ellos pensionados y jubilados, no sabían qué sucedía.
La noticia corrió rápido por el pueblo de unas 200 casas. Aquel desfile de camionetas y funcionarios no fue para presumir este poblado a 30 kilómetros de la ciudad. Fue para poner la primera piedra de una fábrica de cianuro de sodio, elemento esencial para el proceso de extracción de oro y plata. Se enteraron, también, que la empresa pretende producir 65 mil toneladas de cianuro de sodio, a unos metros de donde crían a sus hijos.
El Siete creció hace décadas, cuando la empresa DuPont entregó casas en comodato a sus trabajadores. Después DuPont fue comprada por Austin Bacis, dedicada a explosivos industriales. El Siete es parte de la comunidad de Dinamita, un sector que históricamente ha albergado industrias de explosivos como Austin Bacis o Dyno Nobel (Mecha para minas). También hay cerca una marmolera.
La entrada al ejido luce impecable, bien pavimentada. Las calles son de tierra, pero la plaza está tan bien cuidada que hasta las vacas reposan bajo la sombra. Las casas en el ejido son espaciosas, pero actualmente sus fachadas son adornadas por cartulinas y letreros de repudio a Chemours: «Cianuro veneno mortal», dice un póster con una calavera, «Chemours significa la muerte», se lee en una lona fuera de la casa de Genaro Sánchez Ruiz, uno de los pobladores que encabezan la resistencia a la instalación de la fábrica.
Genaro relata que los habitantes rayaron la entrada al ejido con consignas contra Chemours, pero que hace poco trabajadores del Municipio arreglaron todo de vuelta. En El Siete hay preescolar, primaria, secundaria y preparatoria. Hay una clínica de Seguro Social. La gente teme que todo desaparezca con la fábrica.
«Nos dimos cuenta que es el material más venenoso del mundo y quieren venir a un pueblo tranquilo», se queja Genaro, quien trabajó por 40 años como operador de una planta de ácido nítrico en DuPont y Austin Bacis.
Pese a la estima que la gente tiene por los años en que DuPont estuvo en la zona, Chemours es una empresa escindida del gigante DuPont y ahora no quieren que se establezca.

No la quieren

María Elena Larios Bellot tiene 67 años y recuerda que cuando supo que la empresa era de cianuro, se alarmó. La sola palabra, cianuro, la acalambró. Ella tiene 48 años viviendo en El Siete. Vive sola, sus hijos se fueron a la ciudad. Ahora María Elena también piensa en mudarse. «Mucha gente está igual, no sabe qué va a pasar, qué vamos a hacer aquí».
Dice que en El Siete no tienen problemas de agua ni de contaminación, pero ahora siente mucho miedo con la fábrica. Fue hasta después de instalar la primera piedra, de tomarse fotografías para los diarios y de anunciar el proyecto, que autoridades del Municipio llegaron para explicar de qué trataba la empresa.
«Querían que nos metiéramos a la Casa de la Cultura, la gente no quiso, prefirió al aire libre para que todo el pueblo conociera», recuerda la vecina. Ante el reclamo de mucha gente, un funcionario municipal los llamó «ignorantes». «El producto (cianuro) va a ser como el cloralex», les afirmó un servidor público.
«Te doy un traguito de ese cloralex a ver qué reacción tienes», les recriminó Genaro Sánchez. La gente comenzó a abuchear y a gritar «¡fuera, fuera!».
Después hubo una reunión con gente de Chemours. Genaro los cuestionó: ¿me aseguran que no van a tener un error? No, le respondieron. Les dijeron que las emisiones las iban a encapsular en filtros, que no habría problema.
Los directores de la empresa y el Gobierno de Durango han respaldado que la empresa es segura, que no existen riesgos. «Me atravesaré si pudiera causar algún daño a la ciudadanía», defendió la inversión la alcaldesa de Gómez Palacio, Leticia Herrera. El Gobernador José Rosas Aispuro también escudó a la empresa, anteponiendo la supuesta inversión de 3 mil millones de pesos y la generación de mil empleos.
«Si uno que no está tan estudiado sabe de qué se trata ese mugrero. Qué no han pensado que están a punto de convertirse en asesinos», reclama Ramón Galaviz, que llegó a Dinamita para trabajar en la empresa Mecha para minas hace 42 años. «Yo los veo que andan acelerados en terminar», dice.
Ramón pide que si el cianuro no es tóxico, que entonces lleven la empresa a los terrenos de la presidenta municipal o a la cuarta etapa industrial de la ciudad o a Torreón. «En comunidades de este tamaño no habíamos tenido problemas», menciona.
Asegura que les han explicado que el suelo de la zona es ganadero, pero no para cuestiones químicas. «Va a acabar con el ser humano, con los mantos», augura.
En Dinamita, relata la gente, el Gobierno nunca ha hecho ninguna mejora. Todo ha sido desarrollado por las empresas para los trabajadores. «Lo único que ha invertido es en el Centro Cultural», comenta Genaro Sánchez. Hasta la noria que abastece a la comunidad fue hecha por Dupont. Ahora la gente tema que la envenenen.

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