Poder, vida e inmortalidad: El majestuoso jade

Tras un amplio trabajo de investigación y documentación, el Museo Mesoamericano del Jade abrió sus puertas en octubre de 2001 y a tan sólo unos pocos meses de su inauguración se convirtió en uno de los recintos más reconocidos a nivel internacional por la exhibición de la historia de la mística piedra

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]»[/dropcap]Cuando el corazón es de jade, su sentir es duradero», afirmaban los aztecas por la dureza de la mística piedra semipreciosa que además del amor representaba el poder, la vida y la inmortalidad.
Para los antiguos pueblos de Mesoamérica, el jade simbolizaba la atracción de la buena suerte y en la actualidad, es considerada una de las joyerías más bellas, ya que por tratarse de uno de los materiales más duros que existen en el mundo, su desgaste sólo es posible con puntas de diamante; y según expertos, de no tallarla y pulirla adecuadamente, puede no convertirse en joya y pierde la riqueza que la convierte en una de las piedras más preciadas.
Por su belleza e historia, la roca que lleva aproximadamente 400 millones de años en formarse, ocupa un espacio en la colonial ciudad de San Cristóbal de Las Casas, conocido a nivel internacional por exhibir las más representativas piezas asociadas a las ocho culturas mesoamericanas: el Museo Mesoamericano del Jade.
El recinto está perfectamente ubicado, se encuentra en una casa colonial situada en el centro histórico de la ciudad, a pocos metros de la catedral, dentro de las instalaciones de la Casa del Jade de México creada en 1999.
En octubre de 2001, tras un amplio trabajo de investigación y documentación, el museo abrió sus puertas convirtiéndose rápidamente en una importante industria líder en producción, comercialización y calidad de productos, lo que le valió el reconocimiento a nivel mundial.
La exhibición consta de cuatro salas, la preclásica que cuenta con piezas mocayas, olmecas, zapotecas, mixtecas y teotihuacanas; la clásica que tiene una vasta colección de piezas de la cultura maya de Belice, Honduras, Guatemala, Campeche y Chiapas; la sala postclásica que alberga piezas aztecas y toltecas; y para finalizar el recorrido, el museo complace a los visitantes la sala del sepulcro, dedicada a la tumba de Pakal.
Esta sala es la más representativa del recorrido, ha logrado cautivar al turismo cosmopolita por ser la recreación a tamaño real del entierro del gran Pakal que vivió en la antigua ciudad maya, y aunque la réplica no sigue rigurosamente los trabajos realizados por arqueólogos y restauradores, cuenta con toda la información profesional disponible.
La sala del sepulcro empezó a formarse en abril de 1999 y concluyó en octubre de 2001; y aunque es una de las más visitadas y admiradas, no es el único espacio que representa al recinto, sino también la colección de cerámica olmeca y maya expuesta, la biblioteca especializada, el laboratorio de análisis, el área didáctica para niños y jóvenes e instalaciones dedicadas a la adquisición de réplicas arqueológicas y fina joyería de jade.

Arte y diseño

El espacio también es utilizado para la creación y venta de joyería exclusiva que se realiza en los laboratorios y talleres de San Cristóbal de Las Casas; ahí las piezas son sometidas a procesos de corte con sierras de diamante para conservar su riqueza y son analizadas para descartar impurezas como cuarzo, mica y carbón cristalizado.
Expertos artesanos y diseñadores, combinan el jade con oro y plata para crear joyería de alta calidad; y en algunos casos –principalmente solicitudes especiales– combinan la joya con ámbar y otras gemas preciosas.
Todas las joyas, son diseñadas específicamente para la venta en el museo, es decir, ni una sola de ellas se repite, tienen una garantía por cinco años y están certificadas por el Instituto de Geología.
Los diseñadores recomiendan a los visitantes, tratar de rayar el jade adquirido, sin importar la tonalidad que sea (verde claro, obscuro o negro), si es auténtico, aseguran que no sufrirá ningún tipo de daño.
Visitar este museo es conocer la historia de los antiguos pueblos de Mesoamérica y el material que ellos consideraban más valioso incluso que el oro y la plata.

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